"Quien
cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba,
sino encomendaba la causa al que juzga justamente." 1 Ped. 2: 23.
Espero
que no se impacienten con la crítica ni con los que buscan faltas; pero si eso
viene, tengan en cuenta que ustedes no son perfectos, que es posible que se
cometan errores, y que muchas faltas cometidas en el curso de la vida pueden dar
ocasión a la sospecha, aunque los mismos que critican cometan errores similares.
Muchos no piensan en esto, y como resultado de ello son inclementes con los
demás, los juzgan comparándolos consigo mismos, como si tuvieran las mismas o
peores debilidades. Sin embargo, individualmente, deberíamos tener una conducta
que estuviera por encima de toda represalia.
Deberíamos manifestar mucha
sabiduría mientras avanzamos, haciendo nuestro trabajo con fidelidad, sin
desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda, para avanzar rectamente, con la
mirada puesta en la gloria de Dios. La fortaleza de carácter no se revela tanto
mediante los sentimientos que manifestamos a causa de la injusticia o los malos
tratos, sino que el dominio propio y el firme control ejercido sobre una emoción
fuerte manifiestan fortaleza de carácter y el espíritu de Jesús. El vencedor
recibirá el fruto del árbol de la vida que se encuentra en medio del paraíso de
Dios: Es la recompensa que se dará al vencedor, al cristiano trabajador y
abnegado, que pelea la buena batalla de la fe. Deberíamos estar luchando
noblemente para alcanzar la victoria. A todos los que combaten legalmente se les
concederá la gracia de Cristo.
Ahora bien, querido hijo mío [Edson],
preocúpate lo menos posible de lo que la gente dice. Déjalos que digan lo que
quieran, pero no permitas que ni en palabras ni en hechos se manifieste en ti el
yo. El Señor quiere que sigas una línea de conducta que permita que te considere
digno de confianza. Tienes habilidades que te capacitan para hacer el bien a los
demás si no permites que los impulsos te arrastren. Si das evidencia de que
tienes un firme apoyo en Dios, obtendrás respeto y confianza, y entonces podrás
ejercer una influencia favorable al bien. Permitirás que tu luz resplandezca con
los mayores beneficios. Tratarás de representar a Jesús. Sabes que nuestro
Salvador fue maltratado, pero que no tomó represalias. Fue despreciado y
rechazado por los hombres; ¿cómo pueden sus seguidores esperar algo mejor en
esta vida? ( Carta 99 , del 18 de junio de 1886, dirigida a Edson y Emma White).
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