viernes, 20 de noviembre de 2015

Tiempo de angustia para Jacob

Tiempo de angustia para Jacob




“¡Ah, cuán grande es aquel día! Tanto, que no hay otro semejante a él. Es un tiempo de angustia para Jacob, pero de ella será librado” (Jeremías 30:7).

El profeta Daniel habla de un tiempo de angustia cuando termine el tiempo de gracia: “Será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces” (Dan. 12:1). Jesús también hizo referencia a este período (Mar. 13:19). La aflicción de esos días finales afectará tanto a los justos como a los impenitentes.

El profeta Jeremías compara ese tiempo con la noche de aflicción y tribulación de Jacob cuando luchó en oración para ser librado de la venganza de Esaú que se acercaba a él con cuatrocientos hombres armados; Jacob quiso quedarse solo con Dios para confesarle su pecado, mostrarle su arrepentimiento e invocar el pacto que veinte años atrás había hecho con él en Betel. Y mientras en las tinieblas y la soledad de la noche, seguía orando entre lágrimas, una mano se apoya en su hombro, Jacob lo confunde con un enemigo y entabla una lucha con él que dura toda la noche. Al llegar las primeras luces del alba, el desconocido le asesta un golpe que paraliza al patriarca, aferrándose impotente y suplicante al cuello de su misterioso adversario. Solo entonces descubre que es Jesús, el Ángel del pacto, del que finalmente obtiene el perdón, un cambio de naturaleza y la bendición deseada.

Para nosotros, ahora es el tiempo de prepararnos para prevalecer en el tiempo de angustia final. “Los tiempos de apuro y angustia que nos esperan requieren una fe capaz de soportar el cansancio, la demora y el hambre, una fe que no desmaye a pesar de las pruebas más duras. […] Todos los que se aferren a las promesas de Dios como lo hizo él [Jacob], y que sean tan sinceros como él lo fue, tendrán tan buen éxito como él. Los que no están dispuestos a negarse a sí mismos, a luchar desesperadamente ante Dios y a orar mucho y con empeño para obtener su bendición, no lo conseguirán” (El conflicto de los siglos, p. 606). En nuestras pequeñas pruebas no siempre obtendremos la respuesta que pedimos y esperamos del Señor, pero nuestra confianza implícita en su Palabra nos está preparando para vencer cuando llegue la oscura y terrible noche de la angustia de Jacob.

Confiemos hoy en su bendita promesa: “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti” (Isa. 43:1, 2).

Tomado de: Lecturas devocionales para Adultos 2015
“Pero hay un Dios en los Cielos”

Por: Carlos Puyol Buil
Fuente:http://www.meditacionesdiarias.com/2015/11/tiempo-de-angustia-para-jacob/

jueves, 29 de octubre de 2015

Analisis - La confesión no produce perdón

La confesión no produce perdón
Primera Parte


¿Qué harían Uds. si tuviesen solamente cinco minutos de vida, y lo supiesen? Si Uds. supiesen que solamente les quedan cinco minutos de vida, ¿qué harían?
Yo creo que puedo predecir lo que harían.
En primer lugar, confesarían todos sus pecados a Dios; y en segundo lugar le pedirían más tiempo de vida, porque cinco minutos no son suficientes, ¿verdad? Ahora, no digo esto porque creo que Uds. sean un grupo de cristianos no muy buenos. No, no lo digo por eso. Al contrario, lo digo porque sé que Uds. son cristianos concienzudos, que están deseando vivir de acuerdo a la voluntad de Dios; y ninguno quisiera encontrarse con la muerte, sin haber confesado todos sus pecados a Dios. ¿No es así?
Ahora, cuando pensamos de esta manera, estamos presuponiendo dos cosas:

En primer lugar, presuponemos que entre un acto pecaminoso y la confesión de ese pecado, estamos perdidos.
La segunda suposición, es que la confesión de nuestros pecados nos asegura el perdón de ellos. En otras palabras, si muero sin confesar mis pecados, estoy perdido; pero si los confieso, me son perdonados. ¿Correcto? ¿Sí o no? Siento decirles que ninguna de las dos suposiciones es correcta; las dos son falsas; están completamente equivocadas. ¿Le sorprende?

En primer lugar, el hecho de que un cristiano peque, no significa que está perdido. No significa que ha sido rechazado por Dios.
Voy a leer una cita del libro Obreros Evangélicos, página 277:
“Si en nuestra ignorancia damos pasos en falso, y erramos, Cristo no nos abandona”.

Leamos ahora el libro Camino a Cristo, en la página 64: “Aún si somos vencidos por el enemigo, no somos desechados ni abandonados por Dios”.
Si no somos desechados ni abandonados, eso quiere decir que pertenecemos a El, que somos salvos aún si somos vencidos por el enemigo. El Señor Jesús es el que nos dice en Su Palabra, en el libro de Hebreos 13:5
“No te desampararé, nunca te dejaré” .
Noten Uds. lo que dice el Señor Jesús: no te desampararé, nunca te dejaré. El Discurso Maestro de Jesús, página 100:
“Cristo nunca abandonará el alma por la cual murió. Ella puede dejarlo a El, y ser vencida por la tentación, pero nunca puede apartarse Cristo de uno a quien compró con Su propia vida”.
Noten Uds. lo que dice, ella puede abandonarlo y dejarlo a El. Pero Cristo nunca abandona a aquel a quien El compró por Su propia vida.
Es obvio, por lo tanto, que hemos hecho algunas suposiciones erróneas acerca del pecado imperdonable.

Algunos piensan, que Dios puede llegar a cansarse de nosotros. Creen que Dios se enoja con nosotros, y después de aguantar tanto, siempre cometiendo los mismos pecados, y pidiendo perdón por lo mismo, que finalmente Dios se cansa, y nos abandona. Algunos piensan que el pecado imperdonable es cuando Dios finalmente ya deja de interceder por nosotros, porque seguimos en lo mismo, tanto, que finalmente Dios dice: ya basta, no vale la pena. Siempre está pidiendo por el mismo pecado, y vuelve y cae en lo mismo. Eso, piensan algunos, que es el pecado imperdonable. Nada podría estar más lejos de lo que enseña la Escritura, que esa falsa suposición. Dios jamás nos abandona. Cuando Pedro le preguntó al Señor Jesús, cuántas veces debo perdonar a mi hermano, hasta siete? No se estaba refiriendo a siete veces en toda la vida que debo perdonar a mi hermano.

El Talmud decía que cuando alguien comete el mismo error, hasta siete veces se lo puede perdonar. Por eso Pedro le dijo, Señor, cuántas veces debo perdonar a mi hermano ? Y Cristo le dijo: No siete, sino setenta veces siete. El mismo error. ¿Creen Uds. que Dios nos va a pedir algo que El mismo no está dispuesto hacer? Dios nunca nos abandona. Cuando un cristiano peca, eso no quiere decir que es rechazado por Dios, o que se pierde. Y vamos a hablar más de esto.
La segunda suposición errónea es que la confesión de nuestros pecados nos consigue el perdón de ellos. En otras palabras, si yo confieso mis pecados, éstos me son perdonados; pero si no los confieso, entonces no pueden ser perdonados.
Noten esta cita del Discurso Maestro de Jesucristo, en la página 97:
“No debemos pensar que, a menos que confiesen su culpa los que nos han hecho daño, tenemos razón nosotros para no perdonarlos”.
¿Cómo fue eso? “No debemos pensar que, a menos que confiesen su culpa los que nos han hecho daño, tenemos razón nosotros para no perdonarlos. Sin duda, es el deber de ellos humillar sus corazones por el arrepentimiento y la confesión. Pero nosotros hemos de tener un espíritu compasivo hacia los que han pecado contra nosotros, confiesen o no sus faltas, hemos de perdonarlos. Por mucho que nos hayan ofendido, no debemos pensar de continuo en los agravios que hemos sufrido, ni compadecernos de nosotros mismos. Así como esperamos que Dios nos perdone nuestras ofensas, debemos perdonar a todos los que nos han hecho mal”.

Ahora, ¿podemos imaginarnos a Dios demandándonos perdonar a otros, confiesen ellos sus faltas o no, si El mismo no estuviese dispuesto a hacer lo mismo por nosotros? Si El quiere que yo perdone a mi hermano antes que él me pida perdón; y aún si no me pide perdón, que yo lo perdone. ¿No hará El lo mismo con nosotros?
Uds. se preguntarán: ¿Qué está diciendo este predicador?
¿Recuerdan Uds. al ladrón en la cruz, que le pidió a Cristo: acuérdate de mí cuando estés en tu Reino?
¿Cuántos pecados confesó el ladrón en la cruz? ¿Cuáles?
Claro, si hubiese vivido más tiempo, sin lugar a dudas hubiese confesado todos sus pecados. Pero el caso es que no vivió más tiempo; y no hay registro alguno en la Biblia, de que haya confesado sus pecados en forma específica. Sin embargo, fue perdonado, y estará en el paraíso como Cristo le prometió.
Y ¿qué del hijo pródigo? De aquel que se fue lejos de su padre y despilfarró su herencia. Cuando se dio cuenta de su condición, decide volver a su padre. Y allá se aprende de memoria la confesión que le va a decir a su padre. Dice, cuando lo vea le diré: padre he pecado contra el cielo y contra ti; no soy digno de ser llamado tu hijo. Hazme como uno de tus jornaleros. Acéptame de vuelta señor. Sin embargo, cuando se acerca a su padre, dice Lucas 15, que el padre lo vio de lejos, y corrió a abalanzarse a sus brazos. Y el hijo comienza a repetir la confesión que se había aprendido de memoria para decirle a su padre; y ahí encontramos nosotros en la Biblia una de las interrupciones más hermosas de toda la Biblia. El padre no le deja terminar la confesión.
Antes que el joven termine su estudiada confesión, el padre lo abraza y lo recibe con gozo. ¿Por qué no le permitió terminar la confesión? Ah, porque el padre lo había perdonado mucho antes de que el joven pensase en regresar. El padre lo había perdonado desde el mismo momento que él pecó en contra de su padre. Y la prueba está, que dice la Escritura, que lo estaba esperando. Palabras de Vida del Gran Maestro, dice: todos los días salía a la puerta mirando el camino para ver si regresaría su hijo. Ya lo había perdonado. O ¿van a decirme Uds. que lo perdonó cuando el joven le confesó su falta? ¿Cuándo lo perdonó?
Estos dos casos, y otros más registrados en las Escrituras, me llevan a mí a concluir que el perdón no depende de nuestra propia confesión.
Sinceramente, creo que debemos re-estudiar este asunto del perdón de los pecados. Y en segundo lugar, debemos comprender mejor lo que significa la confesión. En primer lugar, hoy estudiaremos nuestro concepto del perdón de los pecados. Y en un tema sub-siguiente, estudiaremos más a fondo el verdadero significado, el motivo correcto de la confesión.
Veamos, pues, el perdón de los pecados. Hay tres cosas fundamentales que yo quiero dejar en claro, con respecto al perdón de los pecados.
La primera. El perdón ya fue provisto por Cristo. Lo repito, el perdón ya fue provisto por Cristo, sin que nosotros lo hayamos pedido, o hayamos hecho nada para conseguirlo.
Saben Uds. que es muy fácil pensar, que son nuestras confesiones la base por la cual somos perdonados. Es muy fácil decir, yo confieso mis pecados y porque yo me arrepiento y confieso mis pecados, Cristo me perdona. Pero el perdón de nuestros pecados, queridos hermanos, no está basado en nuestra confesión. No está basado en nuestra oración. El perdón de nuestros pecados está basado en la oración de Cristo. En la que El oró cuando estaba siendo crucificado.
¿Se recuerdan Uds. de la oración que hizo el Señor Jesús? Se encuentra registrada en Lucas 23:34. Mientras estaban crucificando al Hijo de Dios, Jesús decía: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Es la respuesta a esta oración, lo que trae como resultado el perdón de nuestros pecados. No la respuesta a mi oración.
Noten Uds. lo que dice El Deseado de Todas la Gentes:
“La oración de Cristo por sus enemigos, ´Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen´, abarca al mundo entero”.
No estaba orando solamente por los que lo estaban crucificando. Dice que esa oración incluía al mundo entero. “Abarca a todo pecador que hubiera vivido desde el principio del mundo, o llegase a vivir hasta el fin del mundo”.
¿A quién incluye la oración de Cristo? A todos. Contéstenme Uds.: ¿Creen que Dios respondió la oración de Cristo, o no la respondió? Ya lo creo que la respondió. El Calvario es la prueba de ello.
Dios respondió la oración del Señor Jesús, perdonando a todos los pecadores, como dice la cita. Todo pecador que hubiese vivido desde el comienzo del mundo, hasta el fin del tiempo, ya ha sido perdonado por la oración de Cristo. Si mis pecados son perdonados hoy día, es como respuesta a la oración de Jesús. Y esa oración te incluye a ti, y me incluye a mí también. Ahora, el hecho de que la oración ya haya sido contestada, no quiere decir que todos acepten el perdón que ya ha sido dado. Y este es nuestro primer punto.
El perdón ya ha sido concedido. Ya estamos perdonados en Cristo. Sin embargo, para que ese perdón se haga efectivo en nuestra vida, tenemos que hacer algo. Y ese será el segundo punto.
Pero déjenme repetir el primero una vez más. El perdón no está basado en nuestras oraciones. Está basado en la oración de Cristo. Aún más, el perdón es un acto consumado para toda la raza humana. Sin tener en cuenta, en absoluto, la reacción del hombre al respecto. Noten lo que estoy diciendo. Toda la raza humana ya ha sido perdonada por Dios. Este es un acto completo, terminado, concluido, absoluto. La reconciliación se efectuó independientemente de respuesta alguna de nuestra parte. Aún más, este era un asunto que envolvía mucho más que el perdón de los pecados, mucho más que la salvación de la raza humana. ¿Qué cosa estaba en juego? La vindicación del carácter de Dios ante todo el universo.
El perdón de los pecados, la reconciliación de Dios con la raza humana, fueron hechas no solamente en favor del hombre, sino también para vindicar el carácter de Dios frente a las acusaciones de Satanás; para manifestar y revelar el verdadero carácter de Dios. Y esto, Dios lo resolvió, lo dejó acabado sin que yo tuviese nada que ver al respecto. El hombre no tiene nada que ver en esto.
El apóstol Pablo nos dice claramente en Rom. 5:8 = “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Y en el versículo 10 dice: “Pues si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios, por la muerte de Su Hijo”.
Siendo enemigos fuimos reconciliados. Y la reconciliación incluye el perdón, por medio de la muerte de Su Hijo.
Así que el perdón no tiene nada que ver con lo que yo hago hoy en día. No tiene nada que ver con mis oraciones, ni con mis confesiones. Y Uds. dicen: Entonces ¿para qué es la confesión? Ya les dije, vamos a estudiar qué es la confesión. Pero no pensemos hermanos, que Dios nos perdona porque yo le estoy confesando los pecados, porque yo le estoy pidiendo perdón. El mismo dice en Isa. 43:25 =
Yo soy el que borro tus rebeliones y no me acordaré más de tus pecados”.
Sí, Dios perdona y borra las rebeliones, pero ¿por qué las borra? La razón que El da, dice: “Yo soy el que borro tus rebeliones por amor a mi mismo”.
Lo que está en juego es el carácter de Dios ante el universo. Si El puede perdonar mis pecados hoy en día, es porque ya el pecado fue cancelado, pagado, por lo que Cristo hizo. Y por amor a Cristo, Dios puede perdonarme. Yo no sé cómo enfatizar más este punto en la mente de cada uno. No importa que yo le confiese mis pecados a Dios un millón de veces. Si Cristo no hubiese muerto para pagar esos pecados, de nada serviría mi confesión. No podría ser perdonado. Aunque me arrepintiese y rasgase mis vestiduras, y me vistiese en saco y ceniza, y le pidiese a Dios llorando en lágrimas que me perdonase, si Cristo no hubiese muerto en la cruz, Dios no me podría perdonar. Sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado.
Vamos al segundo punto ahora. Creo que quedó claro el primero, ¿verdad?
Segundo punto. El perdón debe ser aceptado individualmente antes que produzca nuestra salvación. Aunque todos estamos perdonados, yo tengo que aceptar el perdón que Dios me da, para que esto sea efectivo en mi vida. Noten esta cita: “La justificación es un perdón completo y absoluto del pecado. En el momento en que el pecador acepta a Cristo por la fe, en ese mismo momento es perdonado. La justicia de Cristo le es imputada y no debe dudar ni un momento más la gracia perdonadora de Dios”. Para que el perdón tenga eficacia en mi vida, necesito aceptarlo. Necesito aceptar que Cristo murió por mí. Aceptar que El ya me perdonó. ¿Saben por que? Porque la libertad de conciencia es de suma importancia en los planes de Dios. Dios le dio al hombre el libre albedrío. Dios no puede obligarnos a aceptar el perdón. ¿Es Dios Todopoderoso, Sí o no? S í .
¿Hay algo que Dios, siendo Todopoderoso, no puede hacer? Sí, también. ¿Qué es lo que Dios no puede hacer, aunque todo lo puede hacer, porque Todopoderoso quiere decir poder hacerlo todo?
Dios no puede salvar a una sola alma en contra de la voluntad de esa alma. Dios no puede salvar a nadie por la fuerza. Dios no puede perdonar a nadie que no quiera ser perdonado. Aún cuando ya hemos sido perdonados por Dios. Aún cuando ya estamos reconciliados. Yo tengo que aceptar el perdón en forma individual, para que a través de esa aceptación reciba la salvación.
Permítanme ilustrar este hecho, con una historia que apareció en el periódico Arlington Time del 26-08-1854. Les voy a leer la historia directamente como fue tomada del periódico, para no perder ninguno de sus detalles. Quizás la tendré que resumir un poquito. Un joven que vivía en una pequeña ciudad de California, en cierta oportunidad, bajo los efectos del alcohol, en medio de un juego de naipes, perdió el juicio, y tomando el revólver disparó contra su mejor amigo causándole la muerte. Fue apresado, juzgado, declarado culpable y sentenciado a la pena capital: la muerte en la silla eléctrica. Como nunca antes había cometido un hecho tal, y por el buen testimonio de quienes lo conocían, sus amigos y familiares levantaron una petición, pidiendo su indulto. Parecía que todo el mundo quería firmarla. Aún la esposa del amigo muerto, firmó la petición, reconociendo que fue un hecho sin intención, lamentable. La voz se corrió por otros pueblos y ciudades, y antes de mucho comenzaron a llegar cartas de todas partes del Estado al Gobernador. Cuando el Gobernador, impresionado por la cantidad de cartas y firmas, estudió el caso, conmovido, decidió perdonar al joven y extenderle el indulto. Y así, con el perdón por escrito en su bolsillo, se dirigió personalmente a la prisión, para entregarle él mismo el perdón. Al acercarse a la celda, en la sección de los que esperaban la pena capital, el joven de nuestra historia lo vio venir, y confundiéndolo por su apariencia con un ministro (venía con un traje negro), le gritó: Váyase, no quiero verlo. Ya tuve bastante religión en mi casa, desde chico. Pero, interrumpió el Gobernador, espere un momento joven; tengo algo para Ud.; permítame hablarle. Mire, exclamó enojado el joven, ya han venido siete de su clase a hablarme. Mejor es que se vaya por Ud. mismo. No necesito hablar con nadie más. Se va por favor. Pero joven, insistió el Gobernador, yo tengo buenas nuevas para Ud.; las mejores noticias; permítame decírselas. Ya le dije que no quiero escuchar nada. Váyase, o llamo al guardia.
El Gobernador se dio vuelta con el corazón apesadumbrado, y se fue por donde vino. Por lo que veo has recibido la visita del Gobernador, le dijo el guardia. ¿Que? ¿Ese hombre que parecía un pastor era el Gobernador? No solo eso, le dijo el guardia, traía en su bolsillo tu carta de perdón, tu indulto; pero tu, ni le dejaste hablar. Oh, Dios mío, por favor, dijo el joven, tráigame papel y lápiz. Y sentándose rápidamente escribió: Apreciado Señor Gobernador, le debo mis más sentidas disculpas. Fue una tremenda confusión, etc., etc...
Cuando el Gobernador recibió la carta, dándola vuelta, escribió en la parte de atrás: No más interesado en este caso.
Cuando llegó el día en que el joven debía cumplir su sentencia, antes de pasarlo a la silla eléctrica le preguntaron, como es la costumbre, ¿hay algo que Ud. desea decir? Sí, respondió el joven. Estaban presentes sus familiares, sus amigos, todos los que habían firmado esa petición pidiendo su indulto. Una gran muchedumbre se había reunido en el patio de la cárcel. Quiero decirles a todos mis amigos y seres queridos, a todos los ciudadanos de este Estado y del país, que hoy no muero por mi crimen. No muero por ser asesino. De eso ya fui perdonado. El Gobernador ya me había perdonado. Podría vivir y ser libre. Si muero hoy, continuó, es porque no quise aceptar el perdón.
Queridos hermanos que me escuchan, nadie, absolutamente nadie se perderá por los pecados que haya cometido. De esos pecados ya hemos sido perdonados. Cristo mismo escribió con Su propia sangre el indulto de nuestros pecados. Ya está escrito. Si alguno de los que están escuchándome, se pierde, se quema en el día del juicio final, no será por ser pecador. No será por ninguno de los pecados que Ud. haya cometido. Si tú y yo nos perdemos, será simplemente porque no quisimos aceptar el perdón provisto.
Y vamos ahora al tercer punto. Lo que hemos visto hasta aquí, es fácil de entender y aceptar. Repasemos; primero, el perdón fue provisto por Cristo sin que nosotros lo hayamos pedido o hubiésemos hecho nada para conseguirlo. Y para que este perdón sea efectivo en mi vida, en segundo lugar tengo que aceptarlo individualmente. En palabras teológicas, el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley. En palabras claras y directas, nuestras obras, sean buenas o malas, no tienen relación directa con nuestra salvación. Hasta allí, es fácil de aceptar, ¿verdad? ¿Todos están de acuerdo que para que el perdón sea efectivo en mi vida, yo tengo que aceptarlo? Porque el tercer punto es un poquito más controversial. Y aquí viene el problema. El perdón, cuando es aceptado, llega a ser un estado permanente para el cristiano. En otras palabras, vive siempre perdonado. Aún antes que confiese sus pecados a través de la oración de confesión, ya está perdonado. Es más, si muere sin tener tiempo de confesar sus pecados, no se pierde porque al estar en Cristo ya está perdonado.
Les dije que los primeros dos los iban a aceptar fácil, pero el tercero es un poquito más difícil de aceptar. Sin embargo, es tan importante, que le vamos a dedicar un estudio completo a este tercer punto. Eso será en el próximo estudio. Aún antes que tú confieses tus pecados, ya estás perdonado. Claro, las preguntas inmediatamente surgen.
Entonces ¿para qué sirve la confesión, si Dios me perdona sin que yo confiese? ya estoy perdonado; entonces no hace falta la confesión. Esto lo contestaré en el próximo tema.
Mientras tanto, podemos estar seguros de nuestra salvación, aquí, hoy y ahora. El hecho, de que si somos o no pecadores, no determina si me salvo o me pierdo. Lo que Dios se fija es si tengo o no tengo a Cristo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida eterna. ¿Qué tengo que hacer, pues, para tener la seguridad de mi salvación? Primero, creer. Comprender el significado del sacrificio de Cristo. Leo: “El Señor quiere que los suyos sean sanos en la fe; que no ignoren la gran salvación que les es tan abundantemente ofrecida. No han de mirar hacia adelante, pensando que en algún tiempo futuro se hará una gran obra en su favor; porque la obra ya ha sido completada”.
“No hay ningún pecado que pueda cometer el hombre para el cual no se haya hecho provisión en el Calvario”.
Saben, hablamos de alcanzar la salvación, de conseguir la salvación. Déjenme decirles lisa y llanamente, no está en nuestro poder alcanzar la salvación, obtener la vida eterna. Pero no tenemos que hacerlo. Eso ya fue obtenido por Dios. Independiente de la actividad humana. Tiene que quedar claro. Si no lo captas, nada de lo que yo diga en esta serie, va a tener significado alguno. Tiene que quedar claro este punto.
En segundo lugar tienes que aceptar el perdón provisto.
“El pecador que perece puede decir: no necesito permanecer un solo momento más sin ser salvado. El murió y resucitó para mi justificación, y me salvará ahora mismo. Acepto el perdón que ha prometido”. Mensajes Selectos tomo 1 es eso. “El venir a Cristo no requiere un tremendo esfuerzo mental y agonía. Es simplemente aceptar las bases de la salvación que Dios ha dejado bien claras en Su Palabra”. Review and Herald.
Esa cita es fácil querido amigo. Es tan simple que parece increíble. Todo lo que tienes que hacer es decir: Señor, quiero ser salvo. ¡Sálvame! Eso es todo. No hay nada más. Te acepto. Te quiero a Ti mi Señor como mi Salvador. No hay una angustia dolorosa, una lucha por obtener la salvación. No! Este asunto de luchar por obtener la salvación me deja a mí con sentimientos encontrados. ¿Es la vida del cristiano una lucha? ¿Si o no? El decir que la vida del cristiano no es una lucha, sería engañarnos. Pero ¿una lucha sobre qué? ¿Para obtener la salvación? No! ¡Mil veces no! ¿Y qué me dices tú de la lucha cristiana? Si, hay batallas que tenemos que librar. Las batallas contra el yo. Esas sí. Pero un cristiano inseguro de su salvación, no! Tendrás que luchar, tendrás que batallar y pelear duramente. Pero nunca lo tienes que hacer con incertidumbre. Eso es justamente lo que te da fuerzas para luchar y salir victorioso. Perteneces a Dios. Puedes tener esa confianza. Si has aceptado al Señor Jesucristo como tú Salvador, entonces eres salvo. Puedes decirlo ahora mismo sin miedo alguno.
Y el tercer punto, confiar. Si mantenemos nuestra vista fija en el Salvador, y confiamos en Su poder, nos sentiremos llenos de tremenda seguridad, porque la justicia de Cristo será nuestra propia justicia. La inseguridad trae como resultado el desánimo.
Y termino, leyéndote una cita del libro El Camino a Cristo. El diablo quiere que tú no estés seguro de tu salvación. Es más, esta es una de las tentaciones más tremendas que vendrán al pueblo de Dios en el tiempo del fin. Hacerles dudar de su salvación. Dice El Camino a Cristo, en la página 71:
“No nos dejemos engañar por las maquinaciones de Satanás. Con demasiada frecuencia logra que muchos, realmente concienzudos y deseosos de vivir para Dios, se detengan en sus propios defectos y debilidades; y separándolos así de Cristo espera obtener la victoria. No debemos hacer de nuestro yo el centro de nuestros pensamientos, ni alimentar ansiedad ni temor acerca de si seremos salvos o no”.
El diablo quiere que pensemos en nuestros defectos, dice aquí, y debilidades, para que esto nos dé miedo sobre nuestra salvación. Soy tan malo; me equivoco; voy a perder mi salvación. Cuando hace eso, logra desviar la mente de la fuente de nuestra fortaleza, de Cristo Jesús.
Encomendemos a Dios la custodia de nuestra salvación, y confiemos en El. Desterremos toda duda sobre si seremos o no salvos. Disipemos nuestros temores. Reposemos en Dios. El puede guardar lo que le hemos confiado. Si nos ponemos en Sus manos, nos hará más que vencedores, por medio de Aquel que nos amó. Creer, aceptar y confiar. ¿Puedes estar seguro de tu salvación? Sin lugar a dudas. Claro que sí. Sal feliz, agradeciéndole porque El te ha redimido. Amén.


miércoles, 28 de octubre de 2015

Expectativas falsas e injustas

Expectativas falsas e injustas

El amor… no busca lo suyo. 1 Corintios 13:4, 5.

Muchos de los problemas de pareja se producen por las falsas expectativas que tenemos al abordar una relación sentimental. Como dice con acierto el Dr. Fernando Zabala * muchas personas le atribuyen a su pareja implícitamente, aunque no lo expresen con palabras, la promesa de que las harán felices porque serán o harán lo que ellas esperan que sean o hagan para lograrlo.
El problema está en que nunca nuestra pareja nos hizo una promesa de que sería la persona perfecta, de acuerdo con nuestros valores, gustos y expectativas. Esa promesa solamente está en una proyección de nuestra mente, de nuestros propios deseos y expectativas. Y, cuando vemos que esa promesa que nosotros mismos le endilgamos a nuestra pareja no se cumple, nos sentimos decepcionados, y vamos perdiendo el afecto.
Permíteme decirte, entonces, que tú no tienes derecho a esperar de tu pareja más de lo que ella realmente es. No tienes nada que reprocharle por no ser o hacer lo que tú quisieras que fuera o hiciera. Tu pareja ES LO QUE ES; la tomas o la dejas, si estás de novio.
Es cierto que, como ya dijimos anteriormente, es importante evaluar las cualidades de tu pareja antes de hacer un compromiso que, bajo la Ley de Dios, te unirá durante toda la vida a ella. Esa evaluación deberá incluir, prioritariamente, su espiritualidad, su carácter (que no significa perfección moral, pero sí una tendencia y una voluntad marcadas a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios), y también gustos y hábitos que no se diferencien tanto de los tuyos que puedan traer fricciones innecesarias el día de mañana. Pero, lo que no tienes derecho es a pretender que tu pareja piense como tú en todas las cosas, que funda y resigne su individualidad para que se pierda en la tuya, que abandone su propia vida, sueños y relaciones para estar junto a ti.
Si la amas de verdad, tu interés, como ya mencionamos anteriormente, no estará en cuánto te puede hacer feliz a ti tu pareja, sino en cuánto puedes tú contribuir al bienestar y la felicidad de ella.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
Fuente: http://www.meditacionesdiarias.com/2015/10/expectativas-falsas-e-injustas/

lunes, 26 de octubre de 2015

Declaraciones sobre la Lluvia Tardía - Elena de White

Declaraciones sobre la Lluvia Tardía Elena de White


HA LLEGADO EL MOMENTO cuando debemos esperar que el Señor haga grandes cosas por nosotros. No tenemos que ceder en nuestros esfuerzos ni flaquear. Hemos de crecer en la gracia y en el conocimiento del Señor. Antes de que concluya finalmente la obra y termine el sellamiento del pueblo de Dios, recibiremos el derramamiento del Espíritu de Dios. Ángeles del cielo estarán entre nosotros [...]. El presente es el tiempo de preparación para el cielo, cuando cada uno de nosotros debe caminar en plena obediencia a todos los mandamien­tos de Dios:- Cana 30,1907, pp, 2,3 (al Sr. N. D. Faulkhead, 5 de febrero de 1907).

Sé que debe hacerse una obra por el pueblo, o muchos no estarán preparados para recibir la luz del ángel que baja del cielo para iluminar toda la tierra con su gloria. No piensen que serán hallados como vasos para honra en el momento de la lluvia tardía, para recibir la gloria de Dios, si están saturando su alma de vanidades, hablando perversidades y acariciando en secreto raíces de amargura traídas del congreso de Minneapolis. El desagrado de Dios estará ciertamente sobre cada alma que guarde y fomente esas raíces de disensión y posea una actitud tan diferente del Espíritu de Cristo.- Carta 24, 1889, p. 4 (a la Asociación General, circa 1889).

Hermanos, tenemos poco tiempo para actuar. Ciertamente, es preciso que dejemos de quejamos de los demás y que dispongamos todo nuestro corazón abierto ante Dios para que podamos recibir el Espíritu Santo. Hace años vino el tiempo para que el Espíri­tu Santo descendiese de forma especial sobre los fervientes y abnegados obreros de Dios. El Señor bendecirá muchísimo a sus [hijos] probados y escogidos sí están dispuestos a cooperar con él. Cuando el Espíritu Santo descendió el día de Pentecostés, fue como un viento recio que soplaba. No fue dado en una medida escasa. Porque llenó lodo el lugar donde los discípulos estaban sentados. Así nos será dado cuando nuestro corazón esté preparado para recibirlo.- Ms 2, 1899, p. 1 («The Need for Greater Consecration» [La necesidad de mayor consagración), 24 de enero de 1899).


«Ciertamente viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa. Aquel día que vendrá, los abrasará, dice Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas para vosotros, los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá salvación. Saldréis y saltaréis como becerros de la manada» (Malaquías 4:], 2).
Aquí saltan claramente a la vista los que serán vasos de honra, porque recibirán la lluvia tardía. Cada alma que, con la luz que ahora brilla sobre nuestra senda, siga en el pecado será cegada y aceptará los engaños que provengan de Satanás. Ahora nos acercamos al final de la historia de esta tierra. ¿Dónde están los fieles vigías de los muros de Sion que no dormitarán, sino que declara­rán con fidelidad la hora de la noche? Cristo vuelve para ser admirado por todos aquellos que creen. ¡Qué doloro­so es contemplar que se mantiene al Señor Jesús en un segundo plano! ¡Qué pocos magnifican su gracia y exaltan su compasión y su amor infinitos! No habrá ni un ápice de envidia ni de celos en el corazón de los que buscan ser como Jesús en carácter. --Carta 15, 1892, p. 5 (al pastor S. N. Haskell, 25 de junio de 1892).

Con los aguaceros de la lluvia tardía, las invenciones del hombre, la maquinaria humana, serán barridas en ocasiones; el límite de la autoridad del hombre será como cañas rotas; y el Espíritu Santo hablará con poder convincente a través del instrumento humano. Nadie observará entonces para ver si las frases están bien rematadas o si la gramática es impecable. Las aguas vivas flui­rán por los propios canales de Dios. Pero cuidemos aho­ra de no exaltar a los hombres, a sus dichos y a sus he­chos; y que nadie considere algo extraordinario tener una experiencia deslumbrante que relatar, porque aquí hay un terreno fértil en el que se dará credibilidad a per­sonas indignas.- Carta 102, 1894, p. 4 (a James Edson White y su esposa Emma, 6 de febrero de 1894).

Toda alma verdaderamente convertida estará intensa­mente deseosa de llevar a otros de las tinieblas del error a la maravillosa luz de la justicia de Jesucristo. El gran derramamiento del Espíritu de Dios que alumbra toda la tierra con su gloria no sobrevendrá hasta que tengamos un pueblo esclarecido que sepa por experiencia que significa ser colaboradores de Dios. Cuando tengamos una consagración completa y de todo corazón al servicio de Cristo, Dios reconocerá el hecho derramando su Es­píritu sin medida; pero esto no ocurrirá mientras la ma­yor parte de la iglesia no trabaje juntamente con Dios. Dios no puede derramar su Espíritu cuando el egoísmo y la complacencia propia son tan manifiestos, cuando prevalece un espíritu que, sí se pusiese en palabras, expresaría la respuesta de Caín: « ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?».- Carta 31, 1894, p. 11 (al Sr. Harper, 23 de septiembre de 1894).

No podemos ejercer la debida influencia cuando nos encontramos bajo una nube de ansiedad y depresión. Es preciso que extendamos la mano de la fe y nos aferremos de la mano de nuestro Redentor. No debemos aguardar a la lluvia tardía. Viene sobre todos los que reconozcan y se apropien del rocío y de los aguaceros de la gracia que caen sobre nosotros. Cuando juntemos los fragmentos de luz, cuando apreciemos las seguras misericordias de Dios, a quien le encanta que confiemos en él, se cumpli­rá toda promesa. «Porque como la tierra produce su re­nuevo y como el huerto hace brotar su semilla, así Jeho­vá, el Señor, hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones» (Isaías 61: 11).- Carta 151, 1897, pp. 1,2 (a James Edson Whüe y su esposa Emma, 29 de agosto de 1897).


Artículo de la revista Ministerio Adventista, sep-oct 2015, páginas 30 y 31. 

Fuente:http://www.recurso-adventista.com/2015/10/declaraciones-sobre-la-lluvia-tardia.html

jueves, 18 de junio de 2015

FIDELIDAD EN EL SERVICIO

18 DE JUNIO 
FIDELIDAD EN EL SERVICIO


"Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente." 1 Ped. 2: 23. 

Espero que no se impacienten con la crítica ni con los que buscan faltas; pero si eso viene, tengan en cuenta que ustedes no son perfectos, que es posible que se cometan errores, y que muchas faltas cometidas en el curso de la vida pueden dar ocasión a la sospecha, aunque los mismos que critican cometan errores similares. Muchos no piensan en esto, y como resultado de ello son inclementes con los demás, los juzgan comparándolos consigo mismos, como si tuvieran las mismas o peores debilidades. Sin embargo, individualmente, deberíamos tener una conducta que estuviera por encima de toda represalia. 

Deberíamos manifestar mucha sabiduría mientras avanzamos, haciendo nuestro trabajo con fidelidad, sin desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda, para avanzar rectamente, con la mirada puesta en la gloria de Dios. La fortaleza de carácter no se revela tanto mediante los sentimientos que manifestamos a causa de la injusticia o los malos tratos, sino que el dominio propio y el firme control ejercido sobre una emoción fuerte manifiestan fortaleza de carácter y el espíritu de Jesús. El vencedor recibirá el fruto del árbol de la vida que se encuentra en medio del paraíso de Dios: Es la recompensa que se dará al vencedor, al cristiano trabajador y abnegado, que pelea la buena batalla de la fe. Deberíamos estar luchando noblemente para alcanzar la victoria. A todos los que combaten legalmente se les concederá la gracia de Cristo. 

Ahora bien, querido hijo mío [Edson], preocúpate lo menos posible de lo que la gente dice. Déjalos que digan lo que quieran, pero no permitas que ni en palabras ni en hechos se manifieste en ti el yo. El Señor quiere que sigas una línea de conducta que permita que te considere digno de confianza. Tienes habilidades que te capacitan para hacer el bien a los demás si no permites que los impulsos te arrastren. Si das evidencia de que tienes un firme apoyo en Dios, obtendrás respeto y confianza, y entonces podrás ejercer una influencia favorable al bien. Permitirás que tu luz resplandezca con los mayores beneficios. Tratarás de representar a Jesús. Sabes que nuestro Salvador fue maltratado, pero que no tomó represalias. Fue despreciado y rechazado por los hombres; ¿cómo pueden sus seguidores esperar algo mejor en esta vida? ( Carta 99 , del 18 de junio de 1886, dirigida a Edson y Emma White). 

miércoles, 17 de junio de 2015

NO TE RINDAS!!!


NO TE RINDAS!!!


Era mitad del siglo XIX y se escuchaba en las oficinas de la Escuela Primaria de un pequeño pueblo de Ohio de los Estados Unidos la siguiente conversación.

- "El niño tiene un leve retraso mental que le impide adquirir los conocimientos a la par de sus compañeros de clase, debe dejar de traer a su hijo a esta escuela".
… A la mujer no pareció afectarle mucho la sentencia de la maestra, pero se encargó de transmitirle a su hijo que él no poseía ningún retraso y que Dios, en quien confiaba fielmente desde su juventud, no le había dado vida para avergonzarlo, sino para ser un hombre de éxito.


Pocos años después, este niño, con solo 12 años, fundó un diario y se encargaba de venderlo en la estación del ferrocarril de Nueva York.
No fue todo, se dedicó a estudiar los fenómenos eléctricos, y gracias a sus estudios logró perfeccionar el teléfono, el micrófono, el megáfono, y otros inventos como el fonógrafo, por citar solo alguno.
Que lejos quedaba en el recuerdo del niño las palabras de su maestra.
Todo parecía conducirse sobre ruedas hasta que un día se encontró con un gran obstáculo, su mayor proyecto se estaba desvaneciendo ante sus ojos, había buscado incansablemente la forma de construir un filamento capaz de generar una luz incandescente, pero que al mismo tiempo resista la fuerza de la energía que lo encendía.
Sus financistas estaban impacientes, sus competidores parecían acercarse a la solución antes que él, y hasta sus colaboradores se encontraban desesperanzados.
Luego de tres años de intenso trabajo uno de ellos le dijo…"Thomas, abandona este proyecto, ya llevamos más de tres años y lo hemos intentado en más de dos mil formas distintas y solo conocemos el fracaso en cada intento".
La respuesta no se hizo esperar y se dirigió a él con la misma vehemencia que su madre había tenido unos 25 años atrás…"mira, no sé qué entiendes tu por fracaso, pero de algo si estoy seguro, y es que en todo este tiempo aprendí que antes de pensar en dos mil fracasos he descubierto más de dos mil maneras de no hacer este filamento y eso me da la pauta de que estoy encaminado". Pocos meses después iluminó toda una calle utilizando la luz eléctrica.
Su nombre fue Thomas Alva Edison, una persona que entendió la manera de vivir de Gloria en Gloria, y pudo ver aún en las tormentas más fuertes, el pequeño sendero que lo llevaría al éxito.
Habacuc 3:17 al 19 "Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos; aunque mienta la obra de la oliva, y los labrados no me den ni para mantenerme. Aunque las ovejas sean quitadas de la majada y no haya vacas en los corrales; con todo eso yo me alegraré en el Señor y me gozaré en el Dios de mi salvación. El Señor es mi fortaleza… y me hará andar sobre alturas"


RESISTAMOS

17 DE JUNIO 
 RESISTAMOS



"Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo." 2 Cor. 12: 9. 

Dormí muy poco la noche pasada. Traté de mirar a Jesús, de ponerme en las manos del gran Médico. El ha dicho: "Bástate mi gracia". La gracia de Cristo induce a los hombres a pronunciar palabras acertadas en todas circunstancias. El sufrimiento físico no excusa las acciones anticristianas. 

Durante estas horas de insomnio, el tema de la victoria era el motivo central de mis pensamientos. "Al que venciere "-declara el Señor-", le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono" (Apoc. 3: 21). 

Hay quienes siempre presentan excusas por andar de acuerdo con los consejos del enemigo. Hay quienes piensan que porque padecen una debilidad física, tienen el privilegio de pronunciar palabras mezquinas y actuar de manera antipática. Pero, ¿acaso no ha hecho provisión Jesús para que los tales venzan la tentación? ¿Han de ser desagradecidos e impíos por causa de las pruebas y las aflicciones? ¿No son acaso los rayos de la justicia de Cristo lo suficientemente luminosos como para disipar las sombras de Satanás? 

Se afirma que la gracia de Dios es suficiente para contrarrestar todos los males y las pruebas contra los cuales tienen que luchar los seres humanos. ¿Podrá carecer de poder entonces contra las debilidades físicas? ¿Retrocederá la gracia divina mientras Satanás ocupa el campo y mantiene sus víctimas bajo el poder de sus malos atributos? 

¡Oh, cuán precioso es Jesús para el alma que confía en el! Pero muchos andan en tinieblas porque sepultan su fe en las sombras de Satanás. No han hecho lo que podían hacer por medio de la gracia de Jesús. No hablan acerca de la fe, la esperanza yel valor. Jamás deberíamos permitirle a Satanás que crea que su poder para perturbar y molestar es mayor que el poder de Cristo para sostener y fortalecer. 

Hay que "orar siempre y no desmayar" (Luc. 18: 1). Toda oración sincera que se ofrece a Dios va mezclada con la eficacia de la sangre de Cristo. Si la respuesta se demora, se debe a que Dios desea que manifestemos una santa osadía al reclamar el cumplimiento de la palabra empeñada por Dios. Fiel es el que prometió ( Manuscrito 19 , del 17 de junio de 1892). 

viernes, 12 de junio de 2015

EL CUIDADO DE DIOS POR SU IGLESIA

12 DE JUNIO 
EL CUIDADO DE DIOS POR SU IGLESIA


"Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. " Rom. 16: 17. 

En todas las épocas del mundo ha habido hombres que han creído que tenían una obra que hacer para el Señor sin tomar en cuenta para nada a los que el Señor ya estaba usando. Su aplicación de las Escrituras no es correcta pues las tuercen para que apoyen sus propias ideas. Cualesquiera sean las pretensiones de los que se apartan del cuerpo de la iglesia para proclamar teorías de su propia invención, están al servicio de Satanás para poner en marcha un nuevo procedimiento con el fin de desviar a las almas de la verdad para este tiempo. 

Tengan cuidado de los que se levantan con la gran responsabilidad de denunciar a la iglesia. Los elegidos que están de pie para hacer frente a las tormentas de la oposición del mundo, y están levantando los pisoteados mandamientos de Dios para exaltarlos como santos y honorables, son ciertamente la luz del mundo. ¿Cómo se permiten juzgarlos estos mortales y llamar ramera a la iglesia, Babilonia, cueva de ladrones, habitación de toda ave sucia y aborrecible, morada de demonios, que da de beber a las naciones el vino de su fornicación, que se confedera con los reyes y grandes de la tierra, que se enriquece gracias a la abundancia de sus delicias, para proclamar que sus pecados han llegado hasta el cielo y que sus iniquidades han venido en memoria delante de Dios? ¿Es este el mensaje que le tenemos que dar a los adventistas del séptimo día? ¡Les digo que no! Dios no le ha confiado a nadie tal mensaje. Humillen esos hombres sus corazones delante de Dios, y con verdadera contrición arrepiéntanse por haberse puesto siquiera por un instante al lado del acusador de los hermanos que los acusa delante de Dios de día y de noche. . . 

Les digo, mis hermanos, que el Señor tiene un cuerpo organizado por medio del cual obra. Puede haber más de media docena de Judas entre ellos; puede haber algún Pedro apresurado que al ser sometido a prueba sea capaz de negar a su Señor; puede haber personas como Juan, a quien Jesús amaba, pero con tal celo que pueden estar dispuestos a destruir vidas humanas clamando que descienda fuego del cielo para vengar un insulto dirigido a Cristo y a la verdad. Pero el gran Maestro trata de dar lecciones y de instruir para corregir estos males ( Manuscrito 21 , del 12 de junio de 1893). 

miércoles, 27 de mayo de 2015

REGOCIJAOS EN EL SEÑOR

27 DE MAYO 
REGOCIJAOS EN EL SEÑOR


"Porque por fe andamos, no por vista." 2 Cor. 5: 7. 

Tengo la cabeza cansada esta mañana. Neblinas y nubes envuelven mi mente, pero no voy a aceptar la insinuación del enemigo de que desconfíe del Señor. Ha llegado el momento de librar la buena batalla de la fe. Ha llegado la ocasión cuando necesito la fe firme que obra por el amor y purifica mi alma. Busco al Señor con mucho fervor. . . 

Asa recibió el mensaje del profeta del Señor: "Jehová estará con vosotros, si vosotros estuvierais con él; y si le buscaréis, será hallado de vosotros; mas si le dejaréis, él también os dejará" (2 Crón. 15: 2. Compárese con Jer. 29: 11-13). Mi corazón se eleva mediante la fe. La fe no es sentimiento; la fe no es vista. " "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Heb. 11: 1). 

Hablé en el salón de los recabitas sobre Filipenses 4: 4-7. "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracia. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús"." Creo que la promesa es para mí y me he apropiado de ella personalmente. La promesa en sí misma no tiene valor a menos que yo crea que el que la hizo es suficientemente capaz de cumplirla y que posee poder infinito para hacer lo que ha dicho. 

El mensaje que el Señor me dio es de fe. No podemos deshonrar más a Dios que si desconfiamos de su Palabra. Los sentimientos no son dignos de confianza, en absoluto. Una religión que se alimenta y sobrevive gracias a las emociones, carece de valor. La Palabra de Dios es el fundamento sobre el cual nuestras esperanzas pueden descansar seguras, y en la confianza que tenemos en la Palabra de Dios nos afirmamos, fortalecemos, establecemos, y nos aferramos a la Roca eterna. Entonces la oración de Pablo recibirá respuesta: 

"Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios" (Col. 1: 9, 10) ( Diario , Manuscrito 80 , del 27 de mayo de 1893). 

martes, 26 de mayo de 2015

RECLAMEMOS LOS PRIVILEGIOS

26 DE MAYO 
RECLAMEMOS LOS PRIVILEGIOS

"Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan." Mat. 7: 13, 14. 

Hagan todo lo posible, y las puertas se abrirán delante de ustedes. Cada momento es precioso. Hay que convencer a las almas alejadas de Cristo para que se aferren de la esperanza del Evangelio. . . 

No debemos vivir en este mundo para complacernos. Cada día de nuestra vida tenemos que hacer una obra austera y ferviente. Miramos por fe las cosas invisibles, y al hacerlo perdemos de vista las pruebas y dificultades del camino. El cielo es nuestro hogar. No podemos correr el riesgo de perder la esperanza que hemos albergado por tanto tiempo, de ver a Jesús tal como es, y de ser hechos semejantes a él. Espero que ustedes cuiden sus pisadas. Vivan la vida de oración y fe, y obtengan la inmarcesible corona de gloria. 

No hay otro método por medio del cual se pueda salvar ninguno de nosotros fuera del ideado por el Redentor. Por medio de su vida terrenal nos ha dado ilustraciones prácticas de abnegación y sacrificio, con la idea de mostrarnos lo que quiere que seamos. "Porque he descendido del cielo" - dice Cristo-, "no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió" (Juan 6: 38). 

No podemos ser cristianos mientras vivimos para complacernos. Si seguimos al Maestro, debemos entrar por la puerta estrecha de la abnegación. Para muchos de los que profesan piedad, esta puerta de la abnegación es demasiado estrecha. Quieren una senda más fácil y están tratando de ascender por otro camino. No quieren seguir en las huellas de nuestro Redentor. A los tales Cristo llama ladrones y robadores. Toman el nombre de cristianos, que no les corresponde, porque no representan en su vida la vida de Cristo. Invocan los privilegios que pertenecen a los hijos de Dios, en circunstancias que nada tienen que ver con él. Viven vidas egoístas sobre la tierra y no hacen la obra que debieran haber hecho en favor de la verdad y la salvación de las almas. Es triste el destino de estas personas que se engañan a sí mismas. Nunca verán el cielo porque no están dispuestas a participar de la vergüenza y el reproche que Jesús sufrió por ellas ( Carta 30 , del 26 de mayo de 1874, dirigida a sus hijos).