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lunes, 7 de diciembre de 2015
viernes, 20 de noviembre de 2015
Tiempo de angustia para Jacob
Tiempo de angustia para Jacob
“¡Ah, cuán grande es aquel día!
Tanto, que no hay otro semejante a él. Es un tiempo de angustia para Jacob,
pero de ella será librado” (Jeremías 30:7).
El profeta Daniel habla de un
tiempo de angustia cuando termine el tiempo de gracia: “Será tiempo de angustia,
cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces” (Dan. 12:1). Jesús también
hizo referencia a este período (Mar. 13:19). La aflicción de esos días finales
afectará tanto a los justos como a los impenitentes.
El profeta Jeremías compara ese
tiempo con la noche de aflicción y tribulación de Jacob cuando luchó en oración
para ser librado de la venganza de Esaú que se acercaba a él con cuatrocientos
hombres armados; Jacob quiso quedarse solo con Dios para confesarle su pecado,
mostrarle su arrepentimiento e invocar el pacto que veinte años atrás había
hecho con él en Betel. Y mientras en las tinieblas y la soledad de la noche,
seguía orando entre lágrimas, una mano se apoya en su hombro, Jacob lo confunde
con un enemigo y entabla una lucha con él que dura toda la noche. Al llegar las
primeras luces del alba, el desconocido le asesta un golpe que paraliza al
patriarca, aferrándose impotente y suplicante al cuello de su misterioso
adversario. Solo entonces descubre que es Jesús, el Ángel del pacto, del que
finalmente obtiene el perdón, un cambio de naturaleza y la bendición deseada.
Para nosotros, ahora es el tiempo
de prepararnos para prevalecer en el tiempo de angustia final. “Los tiempos de
apuro y angustia que nos esperan requieren una fe capaz de soportar el
cansancio, la demora y el hambre, una fe que no desmaye a pesar de las pruebas
más duras. […] Todos los que se aferren a las promesas de Dios como lo hizo él
[Jacob], y que sean tan sinceros como él lo fue, tendrán tan buen éxito como
él. Los que no están dispuestos a negarse a sí mismos, a luchar
desesperadamente ante Dios y a orar mucho y con empeño para obtener su
bendición, no lo conseguirán” (El conflicto de los siglos, p. 606). En nuestras
pequeñas pruebas no siempre obtendremos la respuesta que pedimos y esperamos
del Señor, pero nuestra confianza implícita en su Palabra nos está preparando
para vencer cuando llegue la oscura y terrible noche de la angustia de Jacob.
Confiemos hoy en su bendita
promesa: “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando
pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán.
Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti” (Isa. 43:1,
2).
Tomado de: Lecturas devocionales
para Adultos 2015
“Pero hay un Dios en los Cielos”
Por: Carlos Puyol Buil
Fuente:http://www.meditacionesdiarias.com/2015/11/tiempo-de-angustia-para-jacob/
domingo, 15 de noviembre de 2015
jueves, 29 de octubre de 2015
Analisis - La confesión no produce perdón
La
confesión no produce perdón
Primera
Parte
¿Qué harían Uds. si tuviesen solamente cinco
minutos de vida, y lo supiesen? Si Uds. supiesen que solamente les quedan cinco
minutos de vida, ¿qué harían?
Yo creo que puedo predecir lo que harían.
En primer lugar, confesarían todos sus pecados a
Dios; y en segundo lugar le pedirían más tiempo de vida, porque cinco minutos
no son suficientes, ¿verdad? Ahora, no digo esto porque creo que Uds. sean un
grupo de cristianos no muy buenos. No, no lo digo por eso. Al contrario, lo
digo porque sé que Uds. son cristianos concienzudos, que están deseando vivir
de acuerdo a la voluntad de Dios; y ninguno quisiera encontrarse con la muerte,
sin haber confesado todos sus pecados a Dios. ¿No es así?
Ahora, cuando pensamos de esta manera, estamos
presuponiendo dos cosas:
En primer lugar, presuponemos que entre un acto
pecaminoso y la confesión de ese pecado, estamos perdidos.
La segunda suposición, es que la confesión de
nuestros pecados nos asegura el perdón de ellos. En otras palabras, si muero
sin confesar mis pecados, estoy perdido; pero si los confieso, me son
perdonados. ¿Correcto? ¿Sí o no? Siento decirles que ninguna de las dos
suposiciones es correcta; las dos son falsas; están completamente equivocadas.
¿Le sorprende?
En primer lugar, el hecho de que un cristiano
peque, no significa que está perdido. No significa que ha sido rechazado por
Dios.
Voy a leer una cita del libro Obreros Evangélicos,
página 277:
“Si en nuestra ignorancia damos pasos en falso, y
erramos, Cristo no nos abandona”.
Leamos ahora el libro Camino a Cristo, en la página
64: “Aún si somos vencidos por el enemigo, no somos desechados ni abandonados
por Dios”.
Si no somos desechados ni abandonados, eso quiere
decir que pertenecemos a El, que somos salvos aún si somos vencidos por el
enemigo. El Señor Jesús es el que nos dice en Su Palabra, en el libro de
Hebreos 13:5
“No te desampararé, nunca te dejaré” .
Noten Uds. lo que dice el Señor Jesús: no te
desampararé, nunca te dejaré. El Discurso Maestro de Jesús, página 100:
“Cristo nunca abandonará el alma por la cual murió.
Ella puede dejarlo a El, y ser vencida por la tentación, pero nunca puede
apartarse Cristo de uno a quien compró con Su propia vida”.
Noten Uds. lo que dice, ella puede abandonarlo y
dejarlo a El. Pero Cristo nunca abandona a aquel a quien El compró por Su
propia vida.
Es obvio, por lo tanto, que hemos hecho algunas
suposiciones erróneas acerca del pecado imperdonable.
Algunos piensan, que Dios puede llegar a cansarse
de nosotros. Creen que Dios se enoja con nosotros, y después de aguantar tanto,
siempre cometiendo los mismos pecados, y pidiendo perdón por lo mismo, que
finalmente Dios se cansa, y nos abandona. Algunos piensan que el pecado
imperdonable es cuando Dios finalmente ya deja de interceder por nosotros,
porque seguimos en lo mismo, tanto, que finalmente Dios dice: ya basta, no vale
la pena. Siempre está pidiendo por el mismo pecado, y vuelve y cae en lo mismo.
Eso, piensan algunos, que es el pecado imperdonable. Nada podría estar más
lejos de lo que enseña la Escritura, que esa falsa suposición. Dios jamás nos
abandona. Cuando Pedro le preguntó al Señor Jesús, cuántas veces debo perdonar
a mi hermano, hasta siete? No se estaba refiriendo a siete veces en toda la
vida que debo perdonar a mi hermano.
El Talmud decía que cuando alguien comete el mismo
error, hasta siete veces se lo puede perdonar. Por eso Pedro le dijo, Señor,
cuántas veces debo perdonar a mi hermano ? Y Cristo le dijo: No siete, sino
setenta veces siete. El mismo error. ¿Creen Uds. que Dios nos va a pedir algo
que El mismo no está dispuesto hacer? Dios nunca nos abandona. Cuando un
cristiano peca, eso no quiere decir que es rechazado por Dios, o que se pierde.
Y vamos a hablar más de esto.
La segunda suposición errónea es que la confesión
de nuestros pecados nos consigue el perdón de ellos. En otras palabras, si yo
confieso mis pecados, éstos me son perdonados; pero si no los confieso,
entonces no pueden ser perdonados.
Noten esta cita del Discurso Maestro de Jesucristo,
en la página 97:
“No debemos pensar que, a menos que confiesen su
culpa los que nos han hecho daño, tenemos razón nosotros para no perdonarlos”.
¿Cómo fue eso? “No debemos pensar que, a menos que
confiesen su culpa los que nos han hecho daño, tenemos razón nosotros para no
perdonarlos. Sin duda, es el deber de ellos humillar sus corazones por el
arrepentimiento y la confesión. Pero nosotros hemos de tener un espíritu
compasivo hacia los que han pecado contra nosotros, confiesen o no sus faltas,
hemos de perdonarlos. Por mucho que nos hayan ofendido, no debemos pensar de
continuo en los agravios que hemos sufrido, ni compadecernos de nosotros mismos.
Así como esperamos que Dios nos perdone nuestras ofensas, debemos perdonar a
todos los que nos han hecho mal”.
Ahora, ¿podemos imaginarnos a Dios demandándonos
perdonar a otros, confiesen ellos sus faltas o no, si El mismo no estuviese
dispuesto a hacer lo mismo por nosotros? Si El quiere que yo perdone a mi
hermano antes que él me pida perdón; y aún si no me pide perdón, que yo lo
perdone. ¿No hará El lo mismo con nosotros?
Uds. se preguntarán: ¿Qué está diciendo este
predicador?
¿Recuerdan Uds. al ladrón en la cruz, que le pidió
a Cristo: acuérdate de mí cuando estés en tu Reino?
¿Cuántos pecados confesó el ladrón en la cruz?
¿Cuáles?
Claro, si hubiese vivido más tiempo, sin lugar a
dudas hubiese confesado todos sus pecados. Pero el caso es que no vivió más
tiempo; y no hay registro alguno en la Biblia, de que haya confesado sus
pecados en forma específica. Sin embargo, fue perdonado, y estará en el paraíso
como Cristo le prometió.
Y ¿qué del hijo pródigo? De aquel que se fue lejos
de su padre y despilfarró su herencia. Cuando se dio cuenta de su condición,
decide volver a su padre. Y allá se aprende de memoria la confesión que le va a
decir a su padre. Dice, cuando lo vea le diré: padre he pecado contra el cielo
y contra ti; no soy digno de ser llamado tu hijo. Hazme como uno de tus
jornaleros. Acéptame de vuelta señor. Sin embargo, cuando se acerca a su padre,
dice Lucas 15, que el padre lo vio de lejos, y corrió a abalanzarse a sus
brazos. Y el hijo comienza a repetir la confesión que se había aprendido de
memoria para decirle a su padre; y ahí encontramos nosotros en la Biblia una de
las interrupciones más hermosas de toda la Biblia. El padre no le deja terminar
la confesión.
Antes que el joven termine su estudiada confesión,
el padre lo abraza y lo recibe con gozo. ¿Por qué no le permitió terminar la
confesión? Ah, porque el padre lo había perdonado mucho antes de que el joven
pensase en regresar. El padre lo había perdonado desde el mismo momento que él
pecó en contra de su padre. Y la prueba está, que dice la Escritura, que lo
estaba esperando. Palabras de Vida del Gran Maestro, dice: todos los días salía
a la puerta mirando el camino para ver si regresaría su hijo. Ya lo había
perdonado. O ¿van a decirme Uds. que lo perdonó cuando el joven le confesó su
falta? ¿Cuándo lo perdonó?
Estos dos casos, y otros más registrados en las
Escrituras, me llevan a mí a concluir que el perdón no depende de nuestra
propia confesión.
Sinceramente, creo que debemos re-estudiar este
asunto del perdón de los pecados. Y en segundo lugar, debemos comprender mejor
lo que significa la confesión. En primer lugar, hoy estudiaremos nuestro
concepto del perdón de los pecados. Y en un tema sub-siguiente, estudiaremos
más a fondo el verdadero significado, el motivo correcto de la confesión.
Veamos, pues, el perdón de los pecados. Hay tres
cosas fundamentales que yo quiero dejar en claro, con respecto al perdón de los
pecados.
La primera. El perdón ya fue provisto por Cristo.
Lo repito, el perdón ya fue provisto por Cristo, sin que nosotros lo hayamos
pedido, o hayamos hecho nada para conseguirlo.
Saben Uds. que es muy fácil pensar, que son
nuestras confesiones la base por la cual somos perdonados. Es muy fácil decir,
yo confieso mis pecados y porque yo me arrepiento y confieso mis pecados,
Cristo me perdona. Pero el perdón de nuestros pecados, queridos hermanos, no
está basado en nuestra confesión. No está basado en nuestra oración. El perdón
de nuestros pecados está basado en la oración de Cristo. En la que El oró
cuando estaba siendo crucificado.
¿Se recuerdan Uds. de la oración que hizo el Señor
Jesús? Se encuentra registrada en Lucas 23:34. Mientras estaban crucificando al
Hijo de Dios, Jesús decía: “Padre, perdónalos porque no saben lo que
hacen”.
Es la respuesta a esta oración, lo que trae como
resultado el perdón de nuestros pecados. No la respuesta a mi oración.
Noten Uds. lo que dice El Deseado de Todas la
Gentes:
“La oración de Cristo por sus enemigos, ´Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen´, abarca al mundo entero”.
No estaba orando solamente por los que lo estaban
crucificando. Dice que esa oración incluía al mundo entero. “Abarca a todo
pecador que hubiera vivido desde el principio del mundo, o llegase a vivir
hasta el fin del mundo”.
¿A quién incluye la oración de Cristo? A todos.
Contéstenme Uds.: ¿Creen que Dios respondió la oración de Cristo, o no la
respondió? Ya lo creo que la respondió. El Calvario es la prueba de ello.
Dios respondió la oración del Señor Jesús,
perdonando a todos los pecadores, como dice la cita. Todo pecador que hubiese
vivido desde el comienzo del mundo, hasta el fin del tiempo, ya ha sido
perdonado por la oración de Cristo. Si mis pecados son perdonados hoy día, es
como respuesta a la oración de Jesús. Y esa oración te incluye a ti, y me
incluye a mí también. Ahora, el hecho de que la oración ya haya sido
contestada, no quiere decir que todos acepten el perdón que ya ha sido dado. Y
este es nuestro primer punto.
El perdón ya ha sido concedido. Ya estamos
perdonados en Cristo. Sin embargo, para que ese perdón se haga efectivo en
nuestra vida, tenemos que hacer algo. Y ese será el segundo punto.
Pero déjenme repetir el primero una vez más. El
perdón no está basado en nuestras oraciones. Está basado en la oración de
Cristo. Aún más, el perdón es un acto consumado para toda la raza humana. Sin
tener en cuenta, en absoluto, la reacción del hombre al respecto. Noten lo que
estoy diciendo. Toda la raza humana ya ha sido perdonada por Dios. Este es un
acto completo, terminado, concluido, absoluto. La reconciliación se efectuó
independientemente de respuesta alguna de nuestra parte. Aún más, este era un
asunto que envolvía mucho más que el perdón de los pecados, mucho más que la
salvación de la raza humana. ¿Qué cosa estaba en juego? La vindicación del
carácter de Dios ante todo el universo.
El perdón de los pecados, la reconciliación de Dios
con la raza humana, fueron hechas no solamente en favor del hombre, sino
también para vindicar el carácter de Dios frente a las acusaciones de Satanás;
para manifestar y revelar el verdadero carácter de Dios. Y esto, Dios lo
resolvió, lo dejó acabado sin que yo tuviese nada que ver al respecto. El
hombre no tiene nada que ver en esto.
El apóstol Pablo nos dice claramente en Rom. 5:8 = “Mas
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros”. Y en el versículo 10 dice: “Pues si siendo
enemigos, fuimos reconciliados con Dios, por la muerte de Su Hijo”.
Siendo enemigos fuimos reconciliados. Y la
reconciliación incluye el perdón, por medio de la muerte de Su Hijo.
Así que el perdón no tiene nada que ver con lo que
yo hago hoy en día. No tiene nada que ver con mis oraciones, ni con mis
confesiones. Y Uds. dicen: Entonces ¿para qué es la confesión? Ya les dije,
vamos a estudiar qué es la confesión. Pero no pensemos hermanos, que Dios nos
perdona porque yo le estoy confesando los pecados, porque yo le estoy pidiendo
perdón. El mismo dice en Isa. 43:25 =
“Yo soy el que borro tus rebeliones y no me
acordaré más de tus pecados”.
Sí, Dios perdona y borra las rebeliones, pero ¿por
qué las borra? La razón que El da, dice: “Yo soy el que borro tus
rebeliones por amor a mi mismo”.
Lo que está en juego es el carácter de Dios ante el
universo. Si El puede perdonar mis pecados hoy en día, es porque ya el pecado
fue cancelado, pagado, por lo que Cristo hizo. Y por amor a Cristo, Dios puede
perdonarme. Yo no sé cómo enfatizar más este punto en la mente de cada uno. No
importa que yo le confiese mis pecados a Dios un millón de veces. Si Cristo no
hubiese muerto para pagar esos pecados, de nada serviría mi confesión. No
podría ser perdonado. Aunque me arrepintiese y rasgase mis vestiduras, y me
vistiese en saco y ceniza, y le pidiese a Dios llorando en lágrimas que me
perdonase, si Cristo no hubiese muerto en la cruz, Dios no me podría perdonar.
Sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado.
Vamos al segundo punto ahora. Creo que quedó claro
el primero, ¿verdad?
Segundo punto. El perdón debe ser aceptado
individualmente antes que produzca nuestra salvación. Aunque todos estamos
perdonados, yo tengo que aceptar el perdón que Dios me da, para que esto sea
efectivo en mi vida. Noten esta cita: “La justificación es un perdón completo y
absoluto del pecado. En el momento en que el pecador acepta a Cristo por la fe,
en ese mismo momento es perdonado. La justicia de Cristo le es imputada y no
debe dudar ni un momento más la gracia perdonadora de Dios”. Para que el perdón
tenga eficacia en mi vida, necesito aceptarlo. Necesito aceptar que Cristo
murió por mí. Aceptar que El ya me perdonó. ¿Saben por que? Porque la libertad
de conciencia es de suma importancia en los planes de Dios. Dios le dio al
hombre el libre albedrío. Dios no puede obligarnos a aceptar el perdón. ¿Es
Dios Todopoderoso, Sí o no? S í .
¿Hay algo que Dios, siendo Todopoderoso, no puede
hacer? Sí, también. ¿Qué es lo que Dios no puede hacer, aunque todo lo puede
hacer, porque Todopoderoso quiere decir poder hacerlo todo?
Dios no puede salvar a una sola alma en contra de
la voluntad de esa alma. Dios no puede salvar a nadie por la fuerza. Dios no
puede perdonar a nadie que no quiera ser perdonado. Aún cuando ya hemos sido
perdonados por Dios. Aún cuando ya estamos reconciliados. Yo tengo que aceptar
el perdón en forma individual, para que a través de esa aceptación reciba la
salvación.
Permítanme ilustrar este hecho, con una historia
que apareció en el periódico Arlington Time del 26-08-1854. Les voy a leer la
historia directamente como fue tomada del periódico, para no perder ninguno de
sus detalles. Quizás la tendré que resumir un poquito. Un joven que vivía en
una pequeña ciudad de California, en cierta oportunidad, bajo los efectos del
alcohol, en medio de un juego de naipes, perdió el juicio, y tomando el
revólver disparó contra su mejor amigo causándole la muerte. Fue apresado,
juzgado, declarado culpable y sentenciado a la pena capital: la muerte en la
silla eléctrica. Como nunca antes había cometido un hecho tal, y por el buen
testimonio de quienes lo conocían, sus amigos y familiares levantaron una
petición, pidiendo su indulto. Parecía que todo el mundo quería firmarla. Aún
la esposa del amigo muerto, firmó la petición, reconociendo que fue un hecho sin
intención, lamentable. La voz se corrió por otros pueblos y ciudades, y antes
de mucho comenzaron a llegar cartas de todas partes del Estado al Gobernador.
Cuando el Gobernador, impresionado por la cantidad de cartas y firmas, estudió
el caso, conmovido, decidió perdonar al joven y extenderle el indulto. Y así,
con el perdón por escrito en su bolsillo, se dirigió personalmente a la
prisión, para entregarle él mismo el perdón. Al acercarse a la celda, en la
sección de los que esperaban la pena capital, el joven de nuestra historia lo
vio venir, y confundiéndolo por su apariencia con un ministro (venía con un
traje negro), le gritó: Váyase, no quiero verlo. Ya tuve bastante religión en
mi casa, desde chico. Pero, interrumpió el Gobernador, espere un momento joven;
tengo algo para Ud.; permítame hablarle. Mire, exclamó enojado el joven, ya han
venido siete de su clase a hablarme. Mejor es que se vaya por Ud. mismo. No
necesito hablar con nadie más. Se va por favor. Pero joven, insistió el
Gobernador, yo tengo buenas nuevas para Ud.; las mejores noticias; permítame
decírselas. Ya le dije que no quiero escuchar nada. Váyase, o llamo al guardia.
El Gobernador se dio vuelta con el corazón
apesadumbrado, y se fue por donde vino. Por lo que veo has recibido la visita
del Gobernador, le dijo el guardia. ¿Que? ¿Ese hombre que parecía un pastor era
el Gobernador? No solo eso, le dijo el guardia, traía en su bolsillo tu carta
de perdón, tu indulto; pero tu, ni le dejaste hablar. Oh, Dios mío, por favor,
dijo el joven, tráigame papel y lápiz. Y sentándose rápidamente escribió:
Apreciado Señor Gobernador, le debo mis más sentidas disculpas. Fue una
tremenda confusión, etc., etc...
Cuando el Gobernador recibió la carta, dándola
vuelta, escribió en la parte de atrás: No más interesado en este caso.
Cuando llegó el día en que el joven debía cumplir
su sentencia, antes de pasarlo a la silla eléctrica le preguntaron, como es la
costumbre, ¿hay algo que Ud. desea decir? Sí, respondió el joven. Estaban
presentes sus familiares, sus amigos, todos los que habían firmado esa petición
pidiendo su indulto. Una gran muchedumbre se había reunido en el patio de la
cárcel. Quiero decirles a todos mis amigos y seres queridos, a todos los
ciudadanos de este Estado y del país, que hoy no muero por mi crimen. No muero
por ser asesino. De eso ya fui perdonado. El Gobernador ya me había perdonado.
Podría vivir y ser libre. Si muero hoy, continuó, es porque no quise aceptar el
perdón.
Queridos hermanos que me escuchan, nadie,
absolutamente nadie se perderá por los pecados que haya cometido. De esos
pecados ya hemos sido perdonados. Cristo mismo escribió con Su propia sangre el
indulto de nuestros pecados. Ya está escrito. Si alguno de los que están
escuchándome, se pierde, se quema en el día del juicio final, no será por ser
pecador. No será por ninguno de los pecados que Ud. haya cometido. Si tú y yo
nos perdemos, será simplemente porque no quisimos aceptar el perdón provisto.
Y vamos ahora al tercer punto. Lo que hemos visto
hasta aquí, es fácil de entender y aceptar. Repasemos; primero, el perdón fue
provisto por Cristo sin que nosotros lo hayamos pedido o hubiésemos hecho nada
para conseguirlo. Y para que este perdón sea efectivo en mi vida, en segundo
lugar tengo que aceptarlo individualmente. En palabras teológicas, el hombre es
justificado por la fe sin las obras de la ley. En palabras claras y directas,
nuestras obras, sean buenas o malas, no tienen relación directa con nuestra
salvación. Hasta allí, es fácil de aceptar, ¿verdad? ¿Todos están de acuerdo
que para que el perdón sea efectivo en mi vida, yo tengo que aceptarlo? Porque
el tercer punto es un poquito más controversial. Y aquí viene el problema. El
perdón, cuando es aceptado, llega a ser un estado permanente para el cristiano.
En otras palabras, vive siempre perdonado. Aún antes que confiese sus pecados a
través de la oración de confesión, ya está perdonado. Es más, si muere sin
tener tiempo de confesar sus pecados, no se pierde porque al estar en Cristo ya
está perdonado.
Les dije que los primeros dos los iban a aceptar
fácil, pero el tercero es un poquito más difícil de aceptar. Sin embargo, es
tan importante, que le vamos a dedicar un estudio completo a este tercer punto.
Eso será en el próximo estudio. Aún antes que tú confieses tus pecados, ya
estás perdonado. Claro, las preguntas inmediatamente surgen.
Entonces ¿para qué sirve la confesión, si Dios me
perdona sin que yo confiese? ya estoy perdonado; entonces no hace falta la
confesión. Esto lo contestaré en el próximo tema.
Mientras tanto, podemos estar seguros de nuestra
salvación, aquí, hoy y ahora. El hecho, de que si somos o no pecadores, no
determina si me salvo o me pierdo. Lo que Dios se fija es si tengo o no tengo a
Cristo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios,
no tiene la vida eterna. ¿Qué tengo que hacer, pues, para tener la seguridad de
mi salvación? Primero, creer. Comprender el significado del sacrificio de
Cristo. Leo: “El Señor quiere que los suyos sean sanos en la fe; que no ignoren
la gran salvación que les es tan abundantemente ofrecida. No han de mirar hacia
adelante, pensando que en algún tiempo futuro se hará una gran obra en su
favor; porque la obra ya ha sido completada”.
“No hay ningún pecado que pueda cometer el hombre
para el cual no se haya hecho provisión en el Calvario”.
Saben, hablamos de alcanzar la salvación, de
conseguir la salvación. Déjenme decirles lisa y llanamente, no está en nuestro
poder alcanzar la salvación, obtener la vida eterna. Pero no tenemos que hacerlo.
Eso ya fue obtenido por Dios. Independiente de la actividad humana. Tiene que
quedar claro. Si no lo captas, nada de lo que yo diga en esta serie, va a tener
significado alguno. Tiene que quedar claro este punto.
En segundo lugar tienes que aceptar el perdón
provisto.
“El pecador que perece puede decir: no necesito
permanecer un solo momento más sin ser salvado. El murió y resucitó para mi
justificación, y me salvará ahora mismo. Acepto el perdón que ha prometido”.
Mensajes Selectos tomo 1 es eso. “El venir a Cristo no requiere un tremendo
esfuerzo mental y agonía. Es simplemente aceptar las bases de la salvación que
Dios ha dejado bien claras en Su Palabra”. Review and Herald.
Esa cita es fácil querido amigo. Es tan simple que
parece increíble. Todo lo que tienes que hacer es decir: Señor, quiero ser
salvo. ¡Sálvame! Eso es todo. No hay nada más. Te acepto. Te quiero a Ti mi
Señor como mi Salvador. No hay una angustia dolorosa, una lucha por obtener la
salvación. No! Este asunto de luchar por obtener la salvación me deja a mí con
sentimientos encontrados. ¿Es la vida del cristiano una lucha? ¿Si o no? El
decir que la vida del cristiano no es una lucha, sería engañarnos. Pero ¿una
lucha sobre qué? ¿Para obtener la salvación? No! ¡Mil veces no! ¿Y qué me dices
tú de la lucha cristiana? Si, hay batallas que tenemos que librar. Las batallas
contra el yo. Esas sí. Pero un cristiano inseguro de su salvación, no! Tendrás
que luchar, tendrás que batallar y pelear duramente. Pero nunca lo tienes que
hacer con incertidumbre. Eso es justamente lo que te da fuerzas para luchar y
salir victorioso. Perteneces a Dios. Puedes tener esa confianza. Si has
aceptado al Señor Jesucristo como tú Salvador, entonces eres salvo. Puedes
decirlo ahora mismo sin miedo alguno.
Y el tercer punto, confiar. Si mantenemos nuestra
vista fija en el Salvador, y confiamos en Su poder, nos sentiremos llenos de
tremenda seguridad, porque la justicia de Cristo será nuestra propia justicia.
La inseguridad trae como resultado el desánimo.
Y termino, leyéndote una cita del libro El Camino a
Cristo. El diablo quiere que tú no estés seguro de tu salvación. Es más, esta
es una de las tentaciones más tremendas que vendrán al pueblo de Dios en el
tiempo del fin. Hacerles dudar de su salvación. Dice El Camino a Cristo, en la
página 71:
“No nos dejemos engañar por las maquinaciones de
Satanás. Con demasiada frecuencia logra que muchos, realmente concienzudos y
deseosos de vivir para Dios, se detengan en sus propios defectos y debilidades;
y separándolos así de Cristo espera obtener la victoria. No debemos hacer de
nuestro yo el centro de nuestros pensamientos, ni alimentar ansiedad ni temor
acerca de si seremos salvos o no”.
El diablo quiere que pensemos en nuestros defectos,
dice aquí, y debilidades, para que esto nos dé miedo sobre nuestra salvación.
Soy tan malo; me equivoco; voy a perder mi salvación. Cuando hace eso, logra
desviar la mente de la fuente de nuestra fortaleza, de Cristo Jesús.
Encomendemos a Dios la custodia de nuestra
salvación, y confiemos en El. Desterremos toda duda sobre si seremos o no
salvos. Disipemos nuestros temores. Reposemos en Dios. El puede guardar lo que
le hemos confiado. Si nos ponemos en Sus manos, nos hará más que vencedores,
por medio de Aquel que nos amó. Creer, aceptar y confiar. ¿Puedes estar seguro
de tu salvación? Sin lugar a dudas. Claro que sí. Sal feliz, agradeciéndole
porque El te ha redimido. Amén.
miércoles, 28 de octubre de 2015
Expectativas falsas e injustas
Expectativas falsas e injustas
El amor… no busca lo suyo. 1 Corintios 13:4, 5.
Muchos de los problemas de pareja se producen por las falsas expectativas que tenemos al abordar una relación sentimental. Como dice con acierto el Dr. Fernando Zabala * muchas personas le atribuyen a su pareja implícitamente, aunque no lo expresen con palabras, la promesa de que las harán felices porque serán o harán lo que ellas esperan que sean o hagan para lograrlo.
El problema está en que nunca nuestra pareja nos hizo una promesa de que sería la persona perfecta, de acuerdo con nuestros valores, gustos y expectativas. Esa promesa solamente está en una proyección de nuestra mente, de nuestros propios deseos y expectativas. Y, cuando vemos que esa promesa que nosotros mismos le endilgamos a nuestra pareja no se cumple, nos sentimos decepcionados, y vamos perdiendo el afecto.
Permíteme decirte, entonces, que tú no tienes derecho a esperar de tu pareja más de lo que ella realmente es. No tienes nada que reprocharle por no ser o hacer lo que tú quisieras que fuera o hiciera. Tu pareja ES LO QUE ES; la tomas o la dejas, si estás de novio.
Es cierto que, como ya dijimos anteriormente, es importante evaluar las cualidades de tu pareja antes de hacer un compromiso que, bajo la Ley de Dios, te unirá durante toda la vida a ella. Esa evaluación deberá incluir, prioritariamente, su espiritualidad, su carácter (que no significa perfección moral, pero sí una tendencia y una voluntad marcadas a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios), y también gustos y hábitos que no se diferencien tanto de los tuyos que puedan traer fricciones innecesarias el día de mañana. Pero, lo que no tienes derecho es a pretender que tu pareja piense como tú en todas las cosas, que funda y resigne su individualidad para que se pierda en la tuya, que abandone su propia vida, sueños y relaciones para estar junto a ti.
Si la amas de verdad, tu interés, como ya mencionamos anteriormente, no estará en cuánto te puede hacer feliz a ti tu pareja, sino en cuánto puedes tú contribuir al bienestar y la felicidad de ella.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
Fuente: http://www.meditacionesdiarias.com/2015/10/expectativas-falsas-e-injustas/
lunes, 26 de octubre de 2015
Declaraciones sobre la Lluvia Tardía - Elena de White
Declaraciones sobre la Lluvia Tardía Elena de White
HA LLEGADO EL MOMENTO
cuando debemos esperar que el Señor haga grandes cosas por nosotros. No tenemos
que ceder en nuestros esfuerzos ni flaquear. Hemos de crecer en la gracia y en
el conocimiento del Señor. Antes de que concluya finalmente la obra y termine
el sellamiento del pueblo de Dios, recibiremos el derramamiento del Espíritu de
Dios. Ángeles del cielo estarán entre nosotros [...]. El presente es el tiempo
de preparación para el cielo, cuando cada uno de nosotros debe caminar en plena
obediencia a todos los mandamientos de Dios:- Cana 30,1907, pp, 2,3 (al Sr. N.
D. Faulkhead, 5 de febrero de 1907).
Sé que debe hacerse una
obra por el pueblo, o muchos no estarán preparados para recibir la luz del
ángel que baja del cielo para iluminar toda la tierra con su gloria. No piensen
que serán hallados como vasos para honra en el momento de la lluvia tardía,
para recibir la gloria de Dios, si están saturando su alma de vanidades,
hablando perversidades y acariciando en secreto raíces de amargura traídas del
congreso de Minneapolis. El desagrado de Dios estará ciertamente sobre cada
alma que guarde y fomente esas raíces de disensión y posea una actitud tan
diferente del Espíritu de Cristo.- Carta 24, 1889, p. 4 (a la Asociación
General, circa 1889).
Hermanos, tenemos poco
tiempo para actuar. Ciertamente, es preciso que dejemos de quejamos de los
demás y que dispongamos todo nuestro corazón abierto ante Dios para que podamos
recibir el Espíritu Santo. Hace años vino el tiempo para que el Espíritu Santo
descendiese de forma especial sobre los fervientes y abnegados obreros de Dios.
El Señor bendecirá muchísimo a sus [hijos] probados y escogidos sí están
dispuestos a cooperar con él. Cuando el Espíritu Santo descendió el día de
Pentecostés, fue como un viento recio que soplaba. No fue dado en una medida
escasa. Porque llenó lodo el lugar donde los discípulos estaban sentados. Así
nos será dado cuando nuestro corazón esté preparado para recibirlo.- Ms 2,
1899, p. 1 («The Need for Greater Consecration» [La necesidad de mayor
consagración), 24 de enero de 1899).
«Ciertamente viene el
día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad
serán estopa. Aquel día que vendrá, los abrasará, dice Jehová de los ejércitos,
y no les dejará ni raíz ni rama. Mas para vosotros, los que teméis mi nombre,
nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá salvación. Saldréis y saltaréis
como becerros de la manada» (Malaquías 4:], 2).
Aquí saltan claramente
a la vista los que serán vasos de honra, porque recibirán la lluvia tardía.
Cada alma que, con la luz que ahora brilla sobre nuestra senda, siga en el
pecado será cegada y aceptará los engaños que provengan de Satanás. Ahora nos
acercamos al final de la historia de esta tierra. ¿Dónde están los fieles
vigías de los muros de Sion que no dormitarán, sino que declararán con
fidelidad la hora de la noche? Cristo vuelve para ser admirado por todos
aquellos que creen. ¡Qué doloroso es contemplar que se mantiene al Señor Jesús
en un segundo plano! ¡Qué pocos magnifican su gracia y exaltan su compasión y
su amor infinitos! No habrá ni un ápice de envidia ni de celos en el corazón de
los que buscan ser como Jesús en carácter. --Carta 15, 1892, p. 5 (al pastor S.
N. Haskell, 25 de junio de 1892).
Con los aguaceros de la
lluvia tardía, las invenciones del hombre, la maquinaria humana, serán barridas
en ocasiones; el límite de la autoridad del hombre será como cañas rotas; y el
Espíritu Santo hablará con poder convincente a través del instrumento humano.
Nadie observará entonces para ver si las frases están bien rematadas o si la
gramática es impecable. Las aguas vivas fluirán por los propios canales de Dios.
Pero cuidemos ahora de no exaltar a los hombres, a sus dichos y a sus hechos;
y que nadie considere algo extraordinario tener una experiencia deslumbrante
que relatar, porque aquí hay un terreno fértil en el que se dará credibilidad a
personas indignas.- Carta 102, 1894, p. 4 (a James Edson White y su esposa
Emma, 6 de febrero de 1894).
Toda alma
verdaderamente convertida estará intensamente deseosa de llevar a otros de las
tinieblas del error a la maravillosa luz de la justicia de Jesucristo. El gran
derramamiento del Espíritu de Dios que alumbra toda la tierra con su gloria no
sobrevendrá hasta que tengamos un pueblo esclarecido que sepa por experiencia
que significa ser colaboradores de Dios. Cuando tengamos una consagración
completa y de todo corazón al servicio de Cristo, Dios reconocerá el hecho
derramando su Espíritu sin medida; pero esto no ocurrirá mientras la mayor
parte de la iglesia no trabaje juntamente con Dios. Dios no puede derramar su
Espíritu cuando el egoísmo y la complacencia propia son tan manifiestos, cuando
prevalece un espíritu que, sí se pusiese en palabras, expresaría la respuesta
de Caín: « ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?».- Carta 31, 1894, p. 11 (al Sr.
Harper, 23 de septiembre de 1894).
No podemos ejercer la
debida influencia cuando nos encontramos bajo una nube de ansiedad y depresión.
Es preciso que extendamos la mano de la fe y nos aferremos de la mano de
nuestro Redentor. No debemos aguardar a la lluvia tardía. Viene sobre todos los
que reconozcan y se apropien del rocío y de los aguaceros de la gracia que caen
sobre nosotros. Cuando juntemos los fragmentos de luz, cuando apreciemos las
seguras misericordias de Dios, a quien le encanta que confiemos en él, se
cumplirá toda promesa. «Porque como la tierra produce su renuevo y como el
huerto hace brotar su semilla, así Jehová, el Señor, hará brotar justicia y
alabanza delante de todas las naciones» (Isaías 61: 11).- Carta 151, 1897, pp.
1,2 (a James Edson Whüe y su esposa Emma, 29 de agosto de 1897).
Artículo de la revista
Ministerio Adventista, sep-oct 2015, páginas 30 y 31.
Fuente:http://www.recurso-adventista.com/2015/10/declaraciones-sobre-la-lluvia-tardia.html
sábado, 18 de julio de 2015
jueves, 18 de junio de 2015
FIDELIDAD EN EL SERVICIO
"Quien
cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba,
sino encomendaba la causa al que juzga justamente." 1 Ped. 2: 23.
Espero
que no se impacienten con la crítica ni con los que buscan faltas; pero si eso
viene, tengan en cuenta que ustedes no son perfectos, que es posible que se
cometan errores, y que muchas faltas cometidas en el curso de la vida pueden dar
ocasión a la sospecha, aunque los mismos que critican cometan errores similares.
Muchos no piensan en esto, y como resultado de ello son inclementes con los
demás, los juzgan comparándolos consigo mismos, como si tuvieran las mismas o
peores debilidades. Sin embargo, individualmente, deberíamos tener una conducta
que estuviera por encima de toda represalia.
Deberíamos manifestar mucha
sabiduría mientras avanzamos, haciendo nuestro trabajo con fidelidad, sin
desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda, para avanzar rectamente, con la
mirada puesta en la gloria de Dios. La fortaleza de carácter no se revela tanto
mediante los sentimientos que manifestamos a causa de la injusticia o los malos
tratos, sino que el dominio propio y el firme control ejercido sobre una emoción
fuerte manifiestan fortaleza de carácter y el espíritu de Jesús. El vencedor
recibirá el fruto del árbol de la vida que se encuentra en medio del paraíso de
Dios: Es la recompensa que se dará al vencedor, al cristiano trabajador y
abnegado, que pelea la buena batalla de la fe. Deberíamos estar luchando
noblemente para alcanzar la victoria. A todos los que combaten legalmente se les
concederá la gracia de Cristo.
Ahora bien, querido hijo mío [Edson],
preocúpate lo menos posible de lo que la gente dice. Déjalos que digan lo que
quieran, pero no permitas que ni en palabras ni en hechos se manifieste en ti el
yo. El Señor quiere que sigas una línea de conducta que permita que te considere
digno de confianza. Tienes habilidades que te capacitan para hacer el bien a los
demás si no permites que los impulsos te arrastren. Si das evidencia de que
tienes un firme apoyo en Dios, obtendrás respeto y confianza, y entonces podrás
ejercer una influencia favorable al bien. Permitirás que tu luz resplandezca con
los mayores beneficios. Tratarás de representar a Jesús. Sabes que nuestro
Salvador fue maltratado, pero que no tomó represalias. Fue despreciado y
rechazado por los hombres; ¿cómo pueden sus seguidores esperar algo mejor en
esta vida? ( Carta 99 , del 18 de junio de 1886, dirigida a Edson y Emma White).
miércoles, 17 de junio de 2015
NO TE RINDAS!!!
NO TE RINDAS!!!
- "El niño tiene un leve retraso mental que le impide adquirir los conocimientos a la par de sus compañeros de clase, debe dejar de traer a su hijo a esta escuela".
… A la mujer no pareció afectarle mucho la sentencia de la maestra, pero se encargó de transmitirle a su hijo que él no poseía ningún retraso y que Dios, en quien confiaba fielmente desde su juventud, no le había dado vida para avergonzarlo, sino para ser un hombre de éxito.
Pocos años después, este niño, con solo 12 años, fundó un diario
y se encargaba de venderlo en la estación del ferrocarril de Nueva York.
No fue todo, se dedicó a estudiar los fenómenos eléctricos, y
gracias a sus estudios logró perfeccionar el teléfono, el micrófono, el
megáfono, y otros inventos como el fonógrafo, por citar solo alguno.
Que lejos quedaba en el recuerdo del niño las palabras de su maestra.
Que lejos quedaba en el recuerdo del niño las palabras de su maestra.
Todo parecía conducirse sobre ruedas hasta
que un día se encontró con un gran obstáculo, su mayor proyecto se estaba
desvaneciendo ante sus ojos, había buscado incansablemente la forma de
construir un filamento capaz de generar una luz incandescente, pero que al
mismo tiempo resista la fuerza de la energía que lo encendía.
Sus financistas estaban impacientes, sus competidores parecían
acercarse a la solución antes que él, y hasta sus colaboradores se encontraban
desesperanzados.
Luego de tres años de intenso trabajo uno de ellos le dijo…"Thomas, abandona este proyecto, ya llevamos más de tres años y lo hemos intentado en más de dos mil formas distintas y solo conocemos el fracaso en cada intento".
Luego de tres años de intenso trabajo uno de ellos le dijo…"Thomas, abandona este proyecto, ya llevamos más de tres años y lo hemos intentado en más de dos mil formas distintas y solo conocemos el fracaso en cada intento".
La respuesta no se hizo esperar y se dirigió
a él con la misma vehemencia que su madre había tenido unos 25 años atrás…"mira,
no sé qué entiendes tu por fracaso, pero de algo si estoy seguro, y es que en
todo este tiempo aprendí que antes de pensar en dos mil fracasos he descubierto
más de dos mil maneras de no hacer este filamento y eso me da la pauta de que
estoy encaminado". Pocos meses después iluminó toda una calle utilizando
la luz eléctrica.
Su nombre fue Thomas Alva Edison, una persona que entendió la
manera de vivir de Gloria en Gloria, y pudo ver aún en las tormentas más
fuertes, el pequeño sendero que lo llevaría al éxito.
Habacuc 3:17 al 19 "Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos; aunque mienta la obra de la oliva, y los labrados no me den ni para mantenerme. Aunque las ovejas sean quitadas de la majada y no haya vacas en los corrales; con todo eso yo me alegraré en el Señor y me gozaré en el Dios de mi salvación. El Señor es mi fortaleza… y me hará andar sobre alturas"
Habacuc 3:17 al 19 "Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos; aunque mienta la obra de la oliva, y los labrados no me den ni para mantenerme. Aunque las ovejas sean quitadas de la majada y no haya vacas en los corrales; con todo eso yo me alegraré en el Señor y me gozaré en el Dios de mi salvación. El Señor es mi fortaleza… y me hará andar sobre alturas"
RESISTAMOS
"Y
me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que
repose sobre mí el poder de Cristo." 2 Cor. 12: 9.
Dormí muy poco la
noche pasada. Traté de mirar a Jesús, de ponerme en las manos del gran Médico.
El ha dicho: "Bástate mi gracia". La gracia de Cristo induce a los hombres a
pronunciar palabras acertadas en todas circunstancias. El sufrimiento físico no
excusa las acciones anticristianas.
Durante estas horas de insomnio, el
tema de la victoria era el motivo central de mis pensamientos. "Al que venciere
"-declara el Señor-", le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he
vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono" (Apoc. 3: 21).
Hay
quienes siempre presentan excusas por andar de acuerdo con los consejos del
enemigo. Hay quienes piensan que porque padecen una debilidad física, tienen el
privilegio de pronunciar palabras mezquinas y actuar de manera antipática. Pero,
¿acaso no ha hecho provisión Jesús para que los tales venzan la tentación? ¿Han
de ser desagradecidos e impíos por causa de las pruebas y las aflicciones? ¿No
son acaso los rayos de la justicia de Cristo lo suficientemente luminosos como
para disipar las sombras de Satanás?
Se afirma que la gracia de Dios es
suficiente para contrarrestar todos los males y las pruebas contra los cuales
tienen que luchar los seres humanos. ¿Podrá carecer de poder entonces contra las
debilidades físicas? ¿Retrocederá la gracia divina mientras Satanás ocupa el
campo y mantiene sus víctimas bajo el poder de sus malos atributos?
¡Oh,
cuán precioso es Jesús para el alma que confía en el! Pero muchos andan en
tinieblas porque sepultan su fe en las sombras de Satanás. No han hecho lo que
podían hacer por medio de la gracia de Jesús. No hablan acerca de la fe, la
esperanza yel valor. Jamás deberíamos permitirle a Satanás que crea que su poder
para perturbar y molestar es mayor que el poder de Cristo para sostener y
fortalecer.
Hay que "orar siempre y no desmayar" (Luc. 18: 1). Toda
oración sincera que se ofrece a Dios va mezclada con la eficacia de la sangre de
Cristo. Si la respuesta se demora, se debe a que Dios desea que manifestemos una
santa osadía al reclamar el cumplimiento de la palabra empeñada por Dios. Fiel
es el que prometió ( Manuscrito 19 , del 17 de junio de 1892).
viernes, 12 de junio de 2015
EL CUIDADO DE DIOS POR SU IGLESIA
"Mas os
ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en
contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.
" Rom. 16: 17.
En todas las épocas del mundo ha habido hombres que han
creído que tenían una obra que hacer para el Señor sin tomar en cuenta para nada
a los que el Señor ya estaba usando. Su aplicación de las Escrituras no es
correcta pues las tuercen para que apoyen sus propias ideas. Cualesquiera sean
las pretensiones de los que se apartan del cuerpo de la iglesia para proclamar
teorías de su propia invención, están al servicio de Satanás para poner en
marcha un nuevo procedimiento con el fin de desviar a las almas de la verdad
para este tiempo.
Tengan cuidado de los que se levantan con la gran
responsabilidad de denunciar a la iglesia. Los elegidos que están de pie para
hacer frente a las tormentas de la oposición del mundo, y están levantando los
pisoteados mandamientos de Dios para exaltarlos como santos y honorables, son
ciertamente la luz del mundo. ¿Cómo se permiten juzgarlos estos mortales y
llamar ramera a la iglesia, Babilonia, cueva de ladrones, habitación de toda ave
sucia y aborrecible, morada de demonios, que da de beber a las naciones el vino
de su fornicación, que se confedera con los reyes y grandes de la tierra, que se
enriquece gracias a la abundancia de sus delicias, para proclamar que sus
pecados han llegado hasta el cielo y que sus iniquidades han venido en memoria
delante de Dios? ¿Es este el mensaje que le tenemos que dar a los adventistas
del séptimo día? ¡Les digo que no! Dios no le ha confiado a nadie tal mensaje.
Humillen esos hombres sus corazones delante de Dios, y con verdadera contrición
arrepiéntanse por haberse puesto siquiera por un instante al lado del acusador
de los hermanos que los acusa delante de Dios de día y de noche. . .
Les
digo, mis hermanos, que el Señor tiene un cuerpo organizado por medio del cual
obra. Puede haber más de media docena de Judas entre ellos; puede haber algún
Pedro apresurado que al ser sometido a prueba sea capaz de negar a su Señor;
puede haber personas como Juan, a quien Jesús amaba, pero con tal celo que
pueden estar dispuestos a destruir vidas humanas clamando que descienda fuego
del cielo para vengar un insulto dirigido a Cristo y a la verdad. Pero el gran
Maestro trata de dar lecciones y de instruir para corregir estos males (
Manuscrito 21 , del 12 de junio de 1893).
miércoles, 27 de mayo de 2015
REGOCIJAOS EN EL SEÑOR
"Porque
por fe andamos, no por vista." 2 Cor. 5: 7.
Tengo la cabeza cansada esta
mañana. Neblinas y nubes envuelven mi mente, pero no voy a aceptar la
insinuación del enemigo de que desconfíe del Señor. Ha llegado el momento de
librar la buena batalla de la fe. Ha llegado la ocasión cuando necesito la fe
firme que obra por el amor y purifica mi alma. Busco al Señor con mucho fervor.
. .
Asa recibió el mensaje del profeta del Señor: "Jehová estará con
vosotros, si vosotros estuvierais con él; y si le buscaréis, será hallado de
vosotros; mas si le dejaréis, él también os dejará" (2 Crón. 15: 2. Compárese
con Jer. 29: 11-13). Mi corazón se eleva mediante la fe. La fe no es
sentimiento; la fe no es vista. " "Es, pues, la fe la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve" (Heb. 11: 1).
Hablé en el
salón de los recabitas sobre Filipenses 4: 4-7. "Regocijaos en el Señor siempre.
Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres.
El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracia. Y la
paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús"." Creo que la promesa es para mí y me he
apropiado de ella personalmente. La promesa en sí misma no tiene valor a menos
que yo crea que el que la hizo es suficientemente capaz de cumplirla y que posee
poder infinito para hacer lo que ha dicho.
El mensaje que el Señor me
dio es de fe. No podemos deshonrar más a Dios que si desconfiamos de su Palabra.
Los sentimientos no son dignos de confianza, en absoluto. Una religión que se
alimenta y sobrevive gracias a las emociones, carece de valor. La Palabra de
Dios es el fundamento sobre el cual nuestras esperanzas pueden descansar
seguras, y en la confianza que tenemos en la Palabra de Dios nos afirmamos,
fortalecemos, establecemos, y nos aferramos a la Roca eterna. Entonces la
oración de Pablo recibirá respuesta:
"Por lo cual también nosotros,
desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis
llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia
espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo,
llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios" (Col.
1: 9, 10) ( Diario , Manuscrito 80 , del 27 de mayo de 1893).
martes, 26 de mayo de 2015
RECLAMEMOS LOS PRIVILEGIOS
"Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y
espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por
ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y
pocos son los que la hallan." Mat. 7: 13, 14.
Hagan todo lo posible, y
las puertas se abrirán delante de ustedes. Cada momento es precioso. Hay que
convencer a las almas alejadas de Cristo para que se aferren de la esperanza del
Evangelio. . .
No debemos vivir en este mundo para complacernos. Cada
día de nuestra vida tenemos que hacer una obra austera y ferviente. Miramos por
fe las cosas invisibles, y al hacerlo perdemos de vista las pruebas y
dificultades del camino. El cielo es nuestro hogar. No podemos correr el riesgo
de perder la esperanza que hemos albergado por tanto tiempo, de ver a Jesús tal
como es, y de ser hechos semejantes a él. Espero que ustedes cuiden sus pisadas.
Vivan la vida de oración y fe, y obtengan la inmarcesible corona de gloria.
No hay otro método por medio del cual se pueda salvar ninguno de
nosotros fuera del ideado por el Redentor. Por medio de su vida terrenal nos ha
dado ilustraciones prácticas de abnegación y sacrificio, con la idea de
mostrarnos lo que quiere que seamos. "Porque he descendido del cielo" - dice
Cristo-, "no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió" (Juan 6:
38).
No podemos ser cristianos mientras vivimos para complacernos. Si
seguimos al Maestro, debemos entrar por la puerta estrecha de la abnegación.
Para muchos de los que profesan piedad, esta puerta de la abnegación es
demasiado estrecha. Quieren una senda más fácil y están tratando de ascender por
otro camino. No quieren seguir en las huellas de nuestro Redentor. A los tales
Cristo llama ladrones y robadores. Toman el nombre de cristianos, que no les
corresponde, porque no representan en su vida la vida de Cristo. Invocan los
privilegios que pertenecen a los hijos de Dios, en circunstancias que nada
tienen que ver con él. Viven vidas egoístas sobre la tierra y no hacen la obra
que debieran haber hecho en favor de la verdad y la salvación de las almas. Es
triste el destino de estas personas que se engañan a sí mismas. Nunca verán el
cielo porque no están dispuestas a participar de la vergüenza y el reproche que
Jesús sufrió por ellas ( Carta 30 , del 26 de mayo de 1874, dirigida a sus
hijos).
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