"Porque
por fe andamos, no por vista." 2 Cor. 5: 7.
Tengo la cabeza cansada esta
mañana. Neblinas y nubes envuelven mi mente, pero no voy a aceptar la
insinuación del enemigo de que desconfíe del Señor. Ha llegado el momento de
librar la buena batalla de la fe. Ha llegado la ocasión cuando necesito la fe
firme que obra por el amor y purifica mi alma. Busco al Señor con mucho fervor.
. .
Asa recibió el mensaje del profeta del Señor: "Jehová estará con
vosotros, si vosotros estuvierais con él; y si le buscaréis, será hallado de
vosotros; mas si le dejaréis, él también os dejará" (2 Crón. 15: 2. Compárese
con Jer. 29: 11-13). Mi corazón se eleva mediante la fe. La fe no es
sentimiento; la fe no es vista. " "Es, pues, la fe la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve" (Heb. 11: 1).
Hablé en el
salón de los recabitas sobre Filipenses 4: 4-7. "Regocijaos en el Señor siempre.
Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres.
El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracia. Y la
paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús"." Creo que la promesa es para mí y me he
apropiado de ella personalmente. La promesa en sí misma no tiene valor a menos
que yo crea que el que la hizo es suficientemente capaz de cumplirla y que posee
poder infinito para hacer lo que ha dicho.
El mensaje que el Señor me
dio es de fe. No podemos deshonrar más a Dios que si desconfiamos de su Palabra.
Los sentimientos no son dignos de confianza, en absoluto. Una religión que se
alimenta y sobrevive gracias a las emociones, carece de valor. La Palabra de
Dios es el fundamento sobre el cual nuestras esperanzas pueden descansar
seguras, y en la confianza que tenemos en la Palabra de Dios nos afirmamos,
fortalecemos, establecemos, y nos aferramos a la Roca eterna. Entonces la
oración de Pablo recibirá respuesta:
"Por lo cual también nosotros,
desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis
llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia
espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo,
llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios" (Col.
1: 9, 10) ( Diario , Manuscrito 80 , del 27 de mayo de 1893).
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