Declaraciones sobre la Lluvia Tardía Elena de White
HA LLEGADO EL MOMENTO
cuando debemos esperar que el Señor haga grandes cosas por nosotros. No tenemos
que ceder en nuestros esfuerzos ni flaquear. Hemos de crecer en la gracia y en
el conocimiento del Señor. Antes de que concluya finalmente la obra y termine
el sellamiento del pueblo de Dios, recibiremos el derramamiento del Espíritu de
Dios. Ángeles del cielo estarán entre nosotros [...]. El presente es el tiempo
de preparación para el cielo, cuando cada uno de nosotros debe caminar en plena
obediencia a todos los mandamientos de Dios:- Cana 30,1907, pp, 2,3 (al Sr. N.
D. Faulkhead, 5 de febrero de 1907).
Sé que debe hacerse una
obra por el pueblo, o muchos no estarán preparados para recibir la luz del
ángel que baja del cielo para iluminar toda la tierra con su gloria. No piensen
que serán hallados como vasos para honra en el momento de la lluvia tardía,
para recibir la gloria de Dios, si están saturando su alma de vanidades,
hablando perversidades y acariciando en secreto raíces de amargura traídas del
congreso de Minneapolis. El desagrado de Dios estará ciertamente sobre cada
alma que guarde y fomente esas raíces de disensión y posea una actitud tan
diferente del Espíritu de Cristo.- Carta 24, 1889, p. 4 (a la Asociación
General, circa 1889).
Hermanos, tenemos poco
tiempo para actuar. Ciertamente, es preciso que dejemos de quejamos de los
demás y que dispongamos todo nuestro corazón abierto ante Dios para que podamos
recibir el Espíritu Santo. Hace años vino el tiempo para que el Espíritu Santo
descendiese de forma especial sobre los fervientes y abnegados obreros de Dios.
El Señor bendecirá muchísimo a sus [hijos] probados y escogidos sí están
dispuestos a cooperar con él. Cuando el Espíritu Santo descendió el día de
Pentecostés, fue como un viento recio que soplaba. No fue dado en una medida
escasa. Porque llenó lodo el lugar donde los discípulos estaban sentados. Así
nos será dado cuando nuestro corazón esté preparado para recibirlo.- Ms 2,
1899, p. 1 («The Need for Greater Consecration» [La necesidad de mayor
consagración), 24 de enero de 1899).
«Ciertamente viene el
día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad
serán estopa. Aquel día que vendrá, los abrasará, dice Jehová de los ejércitos,
y no les dejará ni raíz ni rama. Mas para vosotros, los que teméis mi nombre,
nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá salvación. Saldréis y saltaréis
como becerros de la manada» (Malaquías 4:], 2).
Aquí saltan claramente
a la vista los que serán vasos de honra, porque recibirán la lluvia tardía.
Cada alma que, con la luz que ahora brilla sobre nuestra senda, siga en el
pecado será cegada y aceptará los engaños que provengan de Satanás. Ahora nos
acercamos al final de la historia de esta tierra. ¿Dónde están los fieles
vigías de los muros de Sion que no dormitarán, sino que declararán con
fidelidad la hora de la noche? Cristo vuelve para ser admirado por todos
aquellos que creen. ¡Qué doloroso es contemplar que se mantiene al Señor Jesús
en un segundo plano! ¡Qué pocos magnifican su gracia y exaltan su compasión y
su amor infinitos! No habrá ni un ápice de envidia ni de celos en el corazón de
los que buscan ser como Jesús en carácter. --Carta 15, 1892, p. 5 (al pastor S.
N. Haskell, 25 de junio de 1892).
Con los aguaceros de la
lluvia tardía, las invenciones del hombre, la maquinaria humana, serán barridas
en ocasiones; el límite de la autoridad del hombre será como cañas rotas; y el
Espíritu Santo hablará con poder convincente a través del instrumento humano.
Nadie observará entonces para ver si las frases están bien rematadas o si la
gramática es impecable. Las aguas vivas fluirán por los propios canales de Dios.
Pero cuidemos ahora de no exaltar a los hombres, a sus dichos y a sus hechos;
y que nadie considere algo extraordinario tener una experiencia deslumbrante
que relatar, porque aquí hay un terreno fértil en el que se dará credibilidad a
personas indignas.- Carta 102, 1894, p. 4 (a James Edson White y su esposa
Emma, 6 de febrero de 1894).
Toda alma
verdaderamente convertida estará intensamente deseosa de llevar a otros de las
tinieblas del error a la maravillosa luz de la justicia de Jesucristo. El gran
derramamiento del Espíritu de Dios que alumbra toda la tierra con su gloria no
sobrevendrá hasta que tengamos un pueblo esclarecido que sepa por experiencia
que significa ser colaboradores de Dios. Cuando tengamos una consagración
completa y de todo corazón al servicio de Cristo, Dios reconocerá el hecho
derramando su Espíritu sin medida; pero esto no ocurrirá mientras la mayor
parte de la iglesia no trabaje juntamente con Dios. Dios no puede derramar su
Espíritu cuando el egoísmo y la complacencia propia son tan manifiestos, cuando
prevalece un espíritu que, sí se pusiese en palabras, expresaría la respuesta
de Caín: « ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?».- Carta 31, 1894, p. 11 (al Sr.
Harper, 23 de septiembre de 1894).
No podemos ejercer la
debida influencia cuando nos encontramos bajo una nube de ansiedad y depresión.
Es preciso que extendamos la mano de la fe y nos aferremos de la mano de
nuestro Redentor. No debemos aguardar a la lluvia tardía. Viene sobre todos los
que reconozcan y se apropien del rocío y de los aguaceros de la gracia que caen
sobre nosotros. Cuando juntemos los fragmentos de luz, cuando apreciemos las
seguras misericordias de Dios, a quien le encanta que confiemos en él, se
cumplirá toda promesa. «Porque como la tierra produce su renuevo y como el
huerto hace brotar su semilla, así Jehová, el Señor, hará brotar justicia y
alabanza delante de todas las naciones» (Isaías 61: 11).- Carta 151, 1897, pp.
1,2 (a James Edson Whüe y su esposa Emma, 29 de agosto de 1897).
Artículo de la revista
Ministerio Adventista, sep-oct 2015, páginas 30 y 31.
Fuente:http://www.recurso-adventista.com/2015/10/declaraciones-sobre-la-lluvia-tardia.html
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