"Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y
vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual
será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos,
ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. "(Isa. 55: 7-8.)
Usted
piensa que sus errores y transgresiones han sido tan gravosos al Señor, que él
no... lo salvará. Cuanto más se acerque a Jesús, tanto más culpable aparecerá
ante sus propios ojos, porque su visión será más clara, y sus imperfecciones
serán vistas en un contraste más nítido con su perfecta naturaleza. Pero no se
desanime. Esta es una evidencia de que los engaños de Satanás han perdido su
poder; de que la influencia vivificante del Espíritu de Dios está surgiendo en
usted, y que su indiferencia y despreocupación están desapareciendo.
Ningún amor profundo por Jesús puede morar en el corazón de aquellos que
no ven ni comprenden su propia pecaminosidad. El alma que es transformada por la
gracia, admirará su carácter divino; pero si no vemos nuestra propia deformidad
moral, es una evidencia inequívoca de que no hemos tenido una visión de la
belleza y excelencia de Cristo. Cuanto menos cosas de estima veamos en nosotros
mismos, tanto más veremos para apreciar en la infinita pureza y amor de nuestro
Salvador. Una visión de nuestra propia pecaminosidad nos conduce hacia Aquel que
puede perdonar...
Dios no trata con nosotros de la manera en que un
hombre finito trata con otro. Sus pensamientos son pensamientos de misericordia,
amor y tierna compasión... El dice: "Yo deshice como una nube tus rebeliones..."
(Isa. 44: 22).
Mire hacia arriba, usted que está en dificultades,
tentado y desanimado. Mire hacia arriba. Siempre es seguro mirar hacia arriba;
mirar hacia abajo resulta fatal. Si mira hacia abajo, la tierra vacila y se
bambolea; debajo suyo ninguna cosa es segura. Pero el cielo, por encima de
usted, está en calma y es seguro, y hay ayuda divina para todo aquel que sube.
La mano del Infinito se extiende desde las almenas del cielo para asir la suya
en un fuerte apretón. El poderoso ayudador está cerca para bendecir, levantar y
animar a los que más yerran, a los más pecadores, si ellos quieren contemplarlo
por fe. Pero el pecador debe mirar hacia arriba. 102
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