Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Mat. 11: 29.
[Addie Walling], tú eres para mí como mi propia hija. He desempeñado por
mucho tiempo, desde que tenías seis años, el deber de una madre para ti. Te has
incorporado a mi vida; eres parte de mí misma, y si estás en dificultades, si
tienes necesidad de algo, si te faltan medios económicos, espero que vengas a
verme como si fuera tu madre.
Confío en que se cumpla mi propósito al
adoptarlas [a Addie y May Walling], es a saber, verlas convertidas en mujeres
útiles, en hijas de Dios cuyos caracteres sean adecuados para las mansiones que
Cristo ha ido a preparar en beneficio de los que lo aman. Mi gran anhelo es que
ustedes hagan de esto el principal motivo de sus vidas. La formación del
carácter es una obra de suma importancia. Es una tarea que no termina en esta
vida, sino que continúa en la futura. Lo que hagan de sí mismas ahora por medio
de los méritos y la gracia de Cristo, perdurará por los edades eternas, y me
intereso mucho en que no se conformen con una norma baja. "Aprended de mí -dice
el gran Maestro-, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas". La paz que Cristo da, nunca nos causará tristeza y dolor. Estoy
deseosa de que aprendan diariamente en la escuela de Cristo. Espero mucho de
ustedes.
Sean sobrias y velen en oración. Examínense rigurosamente y
trabajen con diligencia. Sean sinceras. . .
Addie, trata de ser una
mujer noble, una cristiana sincera. Toma en serio la verdad. Quiero que conozcas
por ti misma cuán precioso es el amor del Salvador. Si Jesús, la esperanza de
gloria, se forma en ti, con toda seguridad lo pondrás de manifiesto al hablar
acerca de él. Si su paz mora en tu corazón, lo expresarás mediante tus palabras
y tus acciones. Sé sincera contigo misma y sé humilde. No te apresures a hablar;
sé discreta. Nunca te alabes; por el contrario, piensa cada vez menos en ti,
habla menos de ti misma y deposita todas tus cargas en Jesús. Deseo que el Señor
te ayude a lograr la vida eterna. . .
Con mucho amor,
tu tía
Elena
( Carta 92 , del 29 de enero de 1886, dirigida a su sobrina Addie
Walling, hija adoptiva de Elena G. de White, a quien, con su hermana May, llevó
a su hogar para criarlas después de la muerte de su madre). 38
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