"Hijo de
hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la
palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte." Eze. 3: 17.
Dios
tiene un deber para cada uno de ustedes. No quiere que sean sólo fieles
centinelas, sino obreros a carta cabal. Nunca pierdan el interés, nunca sean
descuidados e inactivos, nunca se duerman en su puesto, y nunca dejen de cumplir
exactamente sus deberes de acuerdo con el cargo que se les ha confiado.
Se necesita agilidad, rapidez, ferviente energía, profundo interés y una
fidelidad inquebrantable. Tienen que aprender a levantarse rápidamente para
cumplir su deber en cuanto les llegue la intimación. Por cuánto tiempo se nos
permitirá que trabajemos, no lo sabemos. Es un secreto de Dios y, debido a un
sabio propósito suyo, no lo ha revelado. Pero mientras tengamos que trabajar,
empleemos el tiempo como quienes tenemos que dar cuenta. Pensemos con seriedad,
teniendo en vista la eternidad, cuánto hay que hacer en este mundo para
despertar las mentes de los descuidados, desatentos e ignorantes, para que
lleguen a conocer las leyes de Dios y sientan la necesidad de obedecerlas para
su propio bien y para la gloria del Señor. Porque la transgresión produce no
sólo mucho sufrimiento, sino pérdida de vidas en este mundo y la pérdida de la
vida eterna en el venidero. Tienen que considerar detenidamente este asunto y
comprender en qué medida la felicidad y la desgracia de los hombres y las
mujeres dependen de ustedes.
La fidelidad de parte de ustedes puede
salvar muchas almas, mientras que la negligencia y el descuido pueden significar
la pérdida de la vida presente y futura para nuestros semejantes. Pueden impedir
mucha miseria y transgresión de la ley de Dios mediante su fidelidad, al
permanecer despiertos en su puesto. Debemos levantarnos como un solo hombre y,
con el poder y la fortaleza de Dios, abrir nuestros sentidos a las demandas de
los tiempos actuales. . .
Clamemos a Dios con fe, para que derrame su
luz y su gracia por medio de los canales que ha señalado para el bien de los que
están sufriendo por falta de conocimiento. Mientras oran y se mantienen
despiertos, con ferviente diligencia, para suprimir males y permanecer en
guardia contra la disipación y los errores que están de moda, aférrense con fe
viviente a la fortaleza que pueden recibir y que va a bendecir todas sus labores
( Carta 4 a , del 12 de enero de 1879, para dos jóvenes médicos del Sanatorio de
Battle Creek).
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