"¿No es
mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?"
Jer. 23: 29.
El Señor anhela que sus hijos se desempeñen bien y que
estén en paz los unos con los otros mediante Cristo, el pacificador. Cuando
Jesús mora en el corazón, las facultades del ser funcionan armoniosamente. La
razón y los afectos, al saber cómo tienen que desempeñarse, trabajan unidos.
Como el rey en su trono, la razón dirige todo el mecanismo.
Puede ser
que se necesite mucho trabajo para edificar el carácter y que ustedes sean
piedras toscas que deben ser escuadradas y pulidas antes que estén listas para
ocupar su lugar en el templo de Dios. No tienen por qué sorprenderse si con
martillo y cincel Dios elimina sus defectos de carácter, hasta que estén en
condiciones de ocupar el lugar que Dios les ha preparado. Nadie puede hacer esta
obra. Sólo Dios puede hacerla. Pueden estar seguros de que él no dará un golpe
en vano. De cada golpe con amor, para el eterno bien y la felicidad perdurable
de ustedes. Conoce sus flaquezas y obra para restaurar, no para destruir.
¿Por qué nos apartamos de la sabiduría divina en procura de la humana?
Dios ve cómo lo deshonramos. Sabe que en los seres humanos no encontraremos
consuelo para nuestros males, y se apiada de nosotros porque estamos tan
necesitados y al mismo tiempo tan poco dispuestos a hacer de él nuestro
confidente, el portador de nuestras cargas. Ve que los seres humanos
menosprecian el amor y la misericordia provista para ellos, y dice tristemente:
"Y no queréis venir a mí para que tengáis vida" (Juan 5: 40).
Nuestra
desconfianza es un insulto para Aquel que ha hecho tanto por nosotros. Nunca
abandonará a los que acuden a él. Del alma pobre y desfalleciente, cansada de
acudir a los seres humanos, solamente para recibir traición y olvido, Cristo
dice: "¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz; sí, haga paz conmigo"
(Isa. 27: 5).
Cristo anhela decir hoy de su pueblo lo que dijo del
Israel de antaño: "Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu
hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti,
dice Jehová el Señor" (Eze. 16: 14). ( Manuscrito 5 , del 15 de enero de 1901,
"Nuestro pronto auxilio").
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