"Sed, pues,
vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. "Mat.
5: 48.
Dios requiere perfección moral en todo. Los que han recibido luz
y oportunidades deberían, como administradores de Dios, apuntar hacia la
perfección, y nunca, nunca rebajar la norma de la justicia para acomodarla a las
tendencias hacia el mal, ya sean heredadas o cultivadas. Cristo tomó nuestra
naturaleza humana y vivió nuestra vida para demostrarnos que podemos ser
semejantes a él al participar de la naturaleza divina. Podemos ser santos, como
Cristo lo fue en su condición de ser humano. ¿Por qué, entonces existen tantos
personajes desagradables en el mundo? Se debe a que se imaginan que su
desagradable y tosca manera de ser y su lenguaje descortés son el resultado de
un corazón impío. . .
La fragancia de nuestro amor hacia nuestros
semejantes revela nuestro amor a Dios. La paciencia en el servicio imparte
descanso al alma. Por medio de obreros humildes, diligentes y fieles se promueve
el bienestar de Israel. Dios sostiene y fortalece a quien está dispuesto a
aprender los métodos de Cristo para lograr la semejanza divina.
Dios
quiere que los obreros de cada rama de trabajo lo consideren el Dador de todo lo
que poseen. Todos los inventos útiles y las mejoras adecuadas tienen su origen
en Aquel que es maravilloso en consejo y excelente para obrar. No importa qué
hagamos, no importa en qué departamento de la obra estemos ubicados, Dios anhela
refinarnos y ennoblecernos. Anhela controlar la mente del hombre para que pueda
hacer un trabajo perfecto.
El suave toque de la mano del médico, su
poder sobre los músculos y nervios, sus conocimientos acerca del delicado
funcionamiento de nuestro cuerpo, es sabiduría que proviene del poder divino
para ser usada en favor de la sufriente humanidad. La habilidad con que el
carpintero usa el martillo, el vigor con que el herrero hace sonar el yunque,
provienen de Dios. Le ha dado capacidades a los hombres, y espera que ellos lo
busquen para requerir su consejo. Así podrán usar sus dones con exactitud y
pericia dando testimonio, para gloria de Dios, de que son sus colaboradores. De
este modo purificarán sus almas por la santificación que les imparta el Espíritu
por medio de la verdad. En su experiencia se cumplen las palabras de Cristo:
"Los de limpio corazón verán a Dios" (Véase Mat. 5: 8.) ( Carta 9 , del 24 de
enero de 1889, para los que ocupan cargos importantes en la Asociación General).
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