"Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los
corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas."
Isa. 40: 11.
En la creación visible, la sabiduría divina se manifiesta
en una infinita variedad de procesos. La uniformidad no es la regla que se sigue
en el reino de la naturaleza, ni es tampoco la regla que se sigue en el reino de
la gracia. Dios obra de diferentes maneras para lograr un propósito: La
salvación de la almas. El misericordioso Redentor emplea distintos métodos para
tratar con diferentes mentes. La transformación del corazón se consigue mediante
uno u otro proceso. . .
No todos son guiados al Señor precisamente de la
misma manera. Los seres humanos no deben definir arbitraria y estrechamente las
características de la obra que Dios realiza en las mentes. Alguien puede lograr
con facilidad fortaleza y discernimiento espiritual, mientras otro tiene que
luchar "con una espina en la carne" (2 Cor. 12: 7), y en ciertos momentos está
listo, aparentemente, para lanzarse al precipicio. Pero, ¿quién puede decir que
Dios no sigue amando y teniendo en cuenta como su hijo al que está tan
terriblemente acosado y que su mano no se sigue extendiendo para salvarlo?
El Pastor celestial sabe donde encontrar los corderos que están
descarriados. El los traerá al redil. Invita a pastores y laicos a que asuman su
responsabilidad y que se unan con él en esta obra. Es deber especial de los
cristianos buscar y salvar a los perdidos. Los pastores y los laicos tienen que
animar y ayudar a los que, cuando están sumamente acosados por la tentación, no
saben qué camino tomar. Hermano mío: Por la gracia de Dios usted puede llegar a
ser capaz de traer de nuevo al redil a los que andan errantes.
Como en
los días de Elías, cuando Dios tenía siete mil que no habían doblado sus
rodillas ante Baal, hoy tiene muchos en el mundo que están caminando de acuerdo
con la luz que han recibido. Tiene en reserva un firmamento de escogidos que
todavía resplandecerán en medio de la oscuridad. En los lugares donde solamente
se podría esperar que hubiera cardos y espinas, aparecerán árboles cargados de
frutos de justicia. En tales lugares habrá quienes rindan frutos más dulces al
Señor que los que viven en lugares más favorecidos. Esparcirán a su alrededor la
fragancia de su gracia a medida que florezcan en los lugares menos promisorios (
Carta 39 , del 28 de febrero de 1903, dirigida J. Wessells).
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