"Tú
hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días
de reposo[sábados]; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras
generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico." Exo. 31:13.
Cada cual busque al Señor por sí mismo. La eternidad está delante de
nosotros. No puede permitirse dejar pasar un día más sin ponerse del lado del
Señor. ¿No hará la parte que Dios le ha asignado para los momentos finales de la
historia de esta tierra?
Es imposible dar una idea de la experiencia del
pueblo de Dios que estará vivo en la tierra cuando se unan las angustias del
pasado con la gloria celestial. Caminarán en medio de la luz que procede del
trono de Dios. Por medio de los ángeles habrá comunicación constante entre el
cielo y la tierra. Y Satanás, rodeado de ángeles malos, pretenderá ser Dios,
obrará toda clase de milagros para engañar si fuera posible aun a los escogidos.
El pueblo de Dios no encontrará seguridad en los milagros, porque Satanás puede
falsificar cualquier milagro que se logre hacer. El probado pueblo de Dios
encontrará su seguridad y su poder en la señal mencionada en Éxodo 31: 12-18.
Deben ponerse de parte de la Palabra de vida, es a saber, de un "Escrito está".
Es el único fundamento sobre el cual puede estar seguro. Los que hayan violado
su pacto con el Señor se encontrarán en aquel día sin esperanza y sin Dios en el
mundo.
Los adoradores de Dios se distinguirán especialmente por su
observancia del cuarto mandamiento, puesto que ésta es la señal de su poder
creador y el testimonio de su derecho a recibir la reverencia y el homenaje de
los hombres. Los malvados se distinguirán por sus esfuerzos para derribar este
monumento del Creador, para exaltar el día instituido por Roma. Cuando el
conflicto culmine, la cristiandad estará dividida en dos grandes clases: los que
guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús, y los que adoran a la
bestia y a su imagen, y reciben su marca. . .
El pueblo de Dios tendrá
que enfrentar tremendas pruebas. El espíritu de la guerra está conmoviendo las
naciones de un extremo al otro de la tierra. Pero en el medio del tiempo de
angustia que está por venir, un tiempo de angustia que no tendrá paralelo desde
que existe nación, el pueblo de Dios permanecerá inconmovible. Satanás y sus
ángeles no lo podrán destruir, porque ángeles sumamente fuertes los protegerán (
Carta 119 , del 1 de marzo de 1904, dirigida a J. J. Wessells).
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