"Porque
por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no es de vosotros, pues es don
de Dios." Efe. 2: 8.
Ni siquiera podemos producir nosotros mismos
nuestra fe; "es un don de Dios". La totalidad de nuestra salvación proviene del
don de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡Cuánto me alegro! Proviene de una
fuente de la que no podemos dudar. El es "el autor", pero, ¿se detiene allí? "El
es el autor y consumador de nuestra fe" (Heb. 12: 2). ¡Gracias a Dios! Nos ayuda
a cada paso del camino que tenemos que recorrer, si estamos dispuestos a
salvarnos de acuerdo con el plan señalado por Cristo, mediante la obediencia a
sus requerimientos. "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
es de vosotros, pues es don de Dios". "Ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor" (Fil. 2: 12). ¿Qué significa esto? ¿Es una contradicción? Veamos qué
dice al final: "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es
el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad"
(Fil. 2: 12, 13). ¡Alabado sea Dios! Ahora bien, ¿quién podría desanimarse?
¿Quién podría desmayar? No se nos ha encargado a nosotros, frágiles y débiles
mortales que obremos nuestra salvación de acuerdo con nuestros propios planes.
Es Cristo quien obra en ustedes. Y éste es el privilegio de cada hijo e hija de
Adán. Pero debemos trabajar; no debemos estar ociosos. Hemos sido puestos en
este mundo para trabajar. No estamos aquí para cruzarnos de brazos. (Manuscrito
18, del 4 de marzo de 1894, "Colaboradores de Dios").
Cristo enseñó la
verdad porque él era la verdad. Su propio pensamiento, su carácter, la
experiencia de su vida estaban implícitos en su enseñanza. Lo mismo debe ocurrir
con sus siervos. Los que quieran enseñar la Palabra deberían apropiarse de ella
mediante su experiencia personal. Deben saber lo que significa que Cristo les
sea hecho sabiduría, justificación, santificación y redención. Al presentar la
Palabra de Dios a otros no debieran hacerlo como si se tratara de suposiciones o
posibilidades. Debieran decir con el apóstol Pedro: "Porque no os hemos dado a
conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas
artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad" (2
Ped. 1:16 ) ( Carta 86 , del 4 de marzo de 1907, dirigida a "Nuestras iglesias
en las grandes ciudades").
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