"Alabaré a
Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva. "Sal. 146: 2.
Por medio siglo he sido mensajera del Señor, y mientras viva continuaré
comunicando el mensaje que Dios me da para su pueblo. No me adjudico gloria
alguna. En mi juventud el Señor me hizo su mensajera, para transmitir a su
pueblo testimonios de estímulo, amonestación y reprensión. Por sesenta años he
estado en comunicación con mensajeros celestiales, y he estado aprendiendo
constantemente con respecto a las cosas divinas y al modo como Dios obra
continuamente para atraer a las almas del error de sus caminos a la luz de Dios.
Amo a Dios. Amo a Jesucristo, el Hijo de Dios, y siento un profundo
interés por cada ser humano que se presenta como un hijo de Dios. Estoy decidida
a ser una fiel mayordoma mientras Dios me dé vida. No fallaré ni me desanimaré.
Pero por meses mi alma ha pasado por intensa agonía debido a los que han
aceptado los sofismas de Satanás [las enseñanzas panteístas; véase Testimonies,
tomo 8, págs. 255-304], y las están comunicando a otras personas, haciendo toda
clase de interpretaciones a fin de destruir la confianza en el mensaje
evangélico para esta última generación, y en la obra especial que Dios me ha
confiado. Sé que el Señor me ha dado esta obra, y no tengo por qué pedir
disculpas por lo que he hecho. En mi experiencia constantemente estoy recibiendo
evidencias del milagroso poder sustentador de Dios que se manifiesta sobre mi
cuerpo y mi alma, que he dedicado al Señor. No me pertenezco, he sido comprada
por precio, y tengo tanta seguridad de que el Señor obra en mi favor, que no
puedo hacer otra cosa sino confesar la abundancia de su gracia. Amo al Señor;
amo a mi Salvador, y mi vida está totalmente en las manos de Dios. Mientras me
sostenga, daré un decidido testimonio.
¿Por qué tendría que quejarme? En
muchas ocasiones el Señor me ha levantado de la enfermedad, me ha sostenido tan
maravillosamente que nunca podría dudar. Tengo tantas evidencias inequívocas de
sus bendiciones especiales, que no podría dudar jamás. Me da facilidad de
palabra para presentar su verdad ante un gran número de personas ( Carta 86 ,
del 8 de marzo de 1906, dirigida al pastor G. I. Butler, presidente de la Unión
del Sur).
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