"Sobre
toda cosa guardada, guarda tu corazón: porque de él mana la vida. "Prov. 4: 23.
Sin la completa purificación de la vida, sin mansedumbre y humildad
intelectual, los profesos seguidores de Cristo no pueden honrarlo ante el mundo.
Si la gracia de Cristo no se manifiesta en sus vidas, nunca podrán ser admitidos
en las mansiones celestiales que él ha ido a preparar para los que lo aman. . .
Hay entre los miembros de nuestra iglesia algunos que, mientras profesan
andar en los caminos del Señor, están incorporando a su profesión de fe los
procedimientos y hábitos de un yo no convertido, y en consecuencia están
corrompiendo sus caracteres. Tanta cosa frívola se introduce en la vida del
hogar y de la iglesia que se agravia al Espíritu de Cristo. Hay familias enteras
entre nosotros que, a menos que despierten de su somnolencia y su indiferencia,
se perderán, porque no se están convirtiendo cada día. No entienden la ciencia
divina de la verdadera santidad, y por lo tanto no son vasos que el Maestro
pueda usar. Han permitido que Satanás tenga el gobierno y el control de sus
palabras y acciones, y no se dan cuenta de cuánto daño han hecho a las almas
debido a su exaltación propia. Han herido el corazón de Cristo al dañar a los
que han sido comprados con su sangre. Se me ha ordenado decir a estos
inconversos presuntos creyentes: "Cavad profundamente y poned un sólido
fundamento sobre la Roca que es Cristo Jesús. No basta que habléis de la vida
superior". . .
La futura vida eterna de cada persona depende no de las
palabras, no de la profesión de fe, sino de las obras llevadas a cabo con mucho
fervor. Necesitamos hacer un esfuerzo decidido para guardar con toda diligencia
nuestro corazón, mientras miramos a Jesús, el Autor y Consumador de nuestra fe.
Necesitamos vigilar nuestra lengua incontrolada. Necesitamos estar atentos para
descubrir las oportunidades de hacer el bien, como lo hizo Jesús. Ministros del
Evangelio: Predicad a Cristo. Incorporad su gracia celestial a vuestras vidas y
pensamientos. Sed veraces, y manteneos bajo la disciplina de la Palabra de Dios.
Debemos ser salvos de acuerdo con el método señalado por Dios. Debemos confiar
en su consejo, y unirnos con él para hacer sus obras. El corazón arrepentido
siempre es sensible. Enseñad a cada persona que pretende ser un hijo de Dios,
que el carácter bien edificado siempre está de acuerdo con el modelo divino (
Carta 80 , del 5 de marzo de 1907, dirigida a los miembros de las iglesias de
Australia).
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