9 de abril
"Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y
arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué
hora vendré sobre ti." Apoc. 3: 3.
La posesión de riquezas abre el
camino a la gran tentación de llegar a ser codiciosos y egoístas, a sumar
riquezas a las riquezas y enterrar en casas y tierras los medios que debieran
ser devueltos a Dios. Muchos usan sus medios para gratificar las exigencias del
apetito, seguir las modas y edificar para sí magníficas casas. No siguen el
ejemplo de Cristo, quien se dio a sí mismo con todo lo que tenía en beneficio
del mundo, a fin de librar a los hombres del poder de Satanás.
Pero si
los que poseen medios siguieran el ejemplo de Cristo, sus corazones se llenarían
de benevolencia y podrían ayudar en la proclamación de la verdad en las
ciudades, en los caminos y vallados, en llevar el Evangelio a todas las
naciones. . .
La obra de Dios debe ser sustentada mediante diezmos,
donaciones y ofrendas. El Señor pide ahora los medios que ha confiado a sus
mayordomos. Debiera fluir una corriente constante a la tesorería, a fin de que
la obra no se vea obstaculizada. A algunos, Dios les ha confiado riquezas
terrenales para ser tenidas en custodia y devueltas a El a medida que las
requiera para llevar adelante su obra en la tierra. Requiere de sus mayordomos
un diezmo fiel de todo su capital, y en adición al diezmo pide donaciones y
ofrendas.
El Señor no requiere de sus seguidores nada más que lo que El
realizó. Aquellos que practican la abnegación y se sacrifican por la causa de
Dios, no están sino siguiendo su ejemplo. El puso a un lado su manto real y su
regia corona, y descendiendo de su alto puesto se hizo pobre, a fin de que
mediante su pobreza pudiéramos llegar a estar en posesión de los tesoros
eternos. Dio no solamente sus riquezas, sino su propia vida en abnegación y
sacrificio, a fin de eliminar todo obstáculo a los que buscan entrar en el reino
de Dios.
Los que no están expuestos a las tentaciones de los que son
ricos en bienes de este mundo no tienen razón para quejarse, porque el Príncipe
de la vida compartió con ellos una vida de pobreza. Fue tentado en todos los
puntos tal como lo somos nosotros. Fue en nuestro beneficio que caminó en la
pobreza como uno de nosotros, para mostrarnos cómo podemos resistir las
tentaciones de los instrumentos satánicos. . .
El Señor Jesús nos invita
a ser obreros juntamente con El. Es el dueño de todo lo que poseemos y tiene
derecho sobre ello. Mediante nuestra disposición de ayudar en su obra podemos
mostrar ahora nuestro amor por El (Manuscrito 40, del 9 de abril de 1905,
"Mayordomía fiel").
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