8 de abril
"Toda
potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo." Mat. 28:18-20.
Las lecciones de la parábola de la viña y de los
dos hijos se aplican a todos los que han tenido la luz de la verdad. . . La
instrucción contenida en estas parábolas es de gran valor. Todos los que llevan
responsabilidades, sean éstas grandes o pequeñas, debieran estudiar
cuidadosamente esta instrucción. Dios espera fruto de su viña. Este fruto es el
resultado del trabajo de sus obreros. Cada alma que cree en Cristo tiene una
obra que hacer para El. Ningún cristiano verdadero puede ser perezoso en este
tiempo de tan solemne importancia. . .
¿Se han transformado ustedes en
socios silenciosos?. . . Hay en nuestro mundo muchas grandes ciudades en las
cuales la verdad todavía no se ha proclamado. ¿Por qué no ha de oír el mensaje
evangélico para este tiempo el pueblo que está en ellas? ¿No los compró Cristo
con su sangre? ¿No son ellos de tanto valor ante su vida como los que ya han
percibido la verdad? ¿Deberán dejarse sin trabajar estas porciones de su viña,
mientras que sobre otras partes se derraman bendiciones tan abundantemente que
no son apreciadas? La verdad no es estimada; no está siendo mezclada con fe por
los que la escuchan, y esto se debe a que no se levantan para dar a otros la luz
que han recibido. . .
Las últimas palabras de Cristo a sus discípulos
muestran la importancia que se coloca sobre la obra de esparcir la verdad.
Justamente antes de su ascensión les dio la comisión: "Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo"
(Mat. 28: 19, 20).
Cristo no confinó sus labores a un solo lugar. Leemos
acerca de su obra: "Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades
anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado. Y
predicaba en las sinagogas de Galilea" (Luc. 4: 43, 44).
Ojalá todos los
que tienen la luz de la verdad siguieran el ejemplo dejado por Cristo y no
invirtieran el tiempo, la capacidad y los medios que Dios les ha dado en uno o
dos lugares, cuando la luz de la verdad debe ir a todo el mundo. El maravilloso
despliegue de gracia que se muestra en el mensaje evangélico debe ser llevado a
todos los lugares (Carta 92, del 8 de abril de 1902, dirigida "A mis hermanos en
posiciones de responsabilidad en la obra misionera médica").
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