"Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la
gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su
fornicación." Apoc. 14: 8.
Tanto individualmente como también como
pueblo tenemos ante nosotros la más solemne obra. Debemos preparar diariamente
el corazón y la mente de modo que podamos estar capacitados para alcanzar los
propósitos de Dios para con nosotros. Los peligros de los últimos días se
ciernen sobre nosotros, y ahora estamos determinando cuál será nuestro destino
eterno. Individualmente debemos forjar caracteres que soporten el juicio, y
ofrecer en la iglesia a la que asistimos, un ejemplo de fidelidad y
consagración.
El ministerio de la Palabra debe preparar a un pueblo para
que se mantenga firme en los tiempos de tentación en que vivimos; y los miembros
de la iglesia han de colaborar con la obra del ministerio, revelando en sus
vidas los principios de la verdad, para que no se pronuncie ninguna palabra, ni
se realice acción alguna que conduzca a falsos senderos o cree un estado de
cosas que Dios no pueda aprobar.
Me han sido revelados los serios
riesgos que enfrentaremos en estos últimos días. Nuestra única luz y guía en la
que podemos confiar en este tiempo se halla en la Palabra de Dios. Debemos
considerarla nuestra consejera, y seguir sus instrucciones fielmente, o
descubriremos que nos gobiernan nuestros rasgos de carácter, y nuestra vida
pondrá de manifiesto una obra egoísta que será un obstáculo y no una bendición
para nuestros semejantes. Recurramos a la Palabra de Dios en busca de consejos a
cada paso, puesto que el yo está siempre dispuesto a luchar por la supremacía. .
.
Los que son guías y maestros del pueblo deben instruir a los miembros
de iglesia en cuanto a cómo trabajar en actividades misioneras, y luego ver cómo
avanza la importante obra de proclamar este mensaje que debe despertar a toda
ciudad que no ha recibido la advertencia, antes que venga la crisis cuando, por
medio de las artimañas de los agentes satánicos, las puertas ahora abiertas al
mensaje del tercer ángel sean cerradas. . .
Los justos juicios del Señor
y su decisión final están descendiendo a la tierra. No revoloteen sobre las
iglesias para repetir las mismas verdades al pueblo, mientras se abandonan las
ciudades en la ignorancia y el pecado, sin que se realice obra en ellas. Pronto
el camino será cerrado y estas poblaciones no tendrán ya acceso al mensaje
evangélico para que puedan unirse en la realización de una obra definida y
abnegada. . .
El mundo se está preparando para la obra final del mensaje
del tercer ángel. La verdad se ha de manifestar ahora con un poder que no se ha
conocido durante años. El mensaje de la verdad presente ha de proclamarse en
todas partes (Manuscrito 61, del 17 de septiembre de 1909, "Palabras de
instrucción").
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