"Escribe
las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas. "
Apoc. 1: 19.
Cada aspecto del mensaje del tercer ángel ha de ser
proclamado en todas partes del mundo. Esta obra es mucho más importante de lo
que muchos creen. Nuestros proyectos misioneros constituyen el único gran motivo
que exige nuestra atención indivisa en este tiempo. "Id por todo el mundo y
predicad el evangelio a toda criatura". Para realizar esta obra hemos de
ejercitarnos en la sencillez.
Este es un mensaje de prueba. Admitido en
corazones honestos, resultará ser un antídoto para todos los pecados y pesares
del mundo. Ninguna condición de clima, de pobreza, de ignorancia o de prejuicio
puede impedir su eficiencia, o disminuir su adaptabilidad a las necesidades de
la humanidad.
La proclamación del gran mensaje evangélico es tarea de
los discípulos de Cristo. Algunos trabajarán por esto de una manera, y otros
llevarán a cabo otro aspecto de la obra, según el Señor los llame y dirija
individualmente. No todos tienen el mismo lineamiento de trabajo, pero todos
pueden unirse en sus esfuerzos.
La Palabra del Dios vivo debe
proclamarse en toda la tierra. El Evangelio ha de exponerse con gran poder,
señalado por manifestaciones prácticas del Espíritu de Dios. Nuestros obreros
han de ser medios vivientes para revelar el propósito de Dios al llamarlos a su
obra. La palabra del Evangelio glorioso ha de ser predicada en su alcance
divino. De viva voz y por hechos amables y compasivos hemos de ejemplificar los
principios del Evangelio. . .
La verdad puede progresar por medio de las
obras de caridad, ayudando a los indoctos, a los enfermos, a los hambrientos y a
los desvalidos. Pero nuestra labor no debe limitarse a los extraños. Debe
penetrar completamente en los caminos principales y secundarios. . .Que las
iglesias sean purificadas de su egoísmo y de su orgullo, y obtengan una
experiencia al unirse unos con otros para alentar el corazón de quienes vacilan
y recobrar a los que están en la neblina y bruma de la incredulidad.
Todos han de oír el último mensaje de amonestación. Las profecías que se
encuentran en el libro de Apocalipsis, en los capítulos 12 y 18, se están
cumpliendo. En el capítulo 18 se registra el último llamado a las iglesias. Este
ha de ser dado ahora. En el capítulo 19 se describe el tiempo cuando la bestia y
el falso profeta son tomados y arrojados en el lago de fuego. El dragón, que fue
el instigador de la gran rebelión contra el cielo, es atado, y lanzado en el
profundo abismo durante mil años. Luego sigue la resurrección de los impíos y la
destrucción de Satanás junto con ellos, la victoria final y el reinado de Cristo
en esta tierra (Manuscrito 75, del 20 de septiembre de 1906, "Una advertencia en
relación con las grandes inversiones para la producción de alimentos").
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