"Jehová
está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre." Sal. 118: 6.
Querido hermano:. . . Sé que Ud. a menudo se siente tentado y
atribulado. Sé que el Señor no lo dejará solo en la lucha con las pruebas.
Solamente crea que Jesús es su Ayudador en momentos de prueba. Por alguna razón,
hoy me parece que debo verlo e invitarlo a que mire a lo alto; sí, eleve su
vista a través de las nubes hacia el Sol de justicia. Ud. debe estar agobiado.
Es el desánimo deprimente lo que está debilitando sus energías vitales. Debe
mantener el buen ánimo aunque esté desilusionado de los hombres. Jesús
comprende, El es fiel y su Salvador. Sólo un corto tiempo de prueba, un momento
de aflicción, luego el eterno peso de gloria.
Le escribo como lo haría a
mis propios hijos. Ud. está donde Dios quiere que esté. Le digo, hermano mío, no
hay ningún error en esto. Sé de qué hablo. Sea fiel a Dios y realice con lealtad
la obra que El le ha dado. Dios vive y reina. Tenemos un Salvador vivo y
sublime. El cuida de Ud. El poderoso y excelso Salvador que guió los ejércitos
de la hueste hebrea es su Dios. Ud. sólo tiene que confiar en El como un niño
confía en sus padres. Obedezca sólo a El, y aunque su confianza en los hombres y
las mujeres haya sido defraudada, su confianza en Dios puede ser firme y
constante. El nunca ha fallado ni lo ha engañado. Será su guía y libertador en
las circunstancias más difíciles. Estará a su diestra. Estamos en todo momento
rodeados por su poder y su presencia tan ciertamente como lo estuvieron los
israelitas en medio del mar partido en dos.
La más profunda y genuina
filosofía de la vida es que estemos en la más íntima relación con Dios. El le
está dando una experiencia, y si Ud. no se lamenta en exceso y no se siente tan
apenado, obtendrá fortaleza física. Pero el dolor, la disensión y la falsedad
son para Ud. una muerte en vida. Pero debe, con fe, encomendar su caso a Dios.
La verdad triunfará y Ud. triunfará con ella.
Manténgase firmemente
aferrado a Jesús. Eleve su mirada al refugio de sosiego y al hogar de los
bienaventurados. Guarde su alma en el amor de Dios, suceda lo que suceda, y
crecerá espiritualmente en fortaleza. Cristo es su amoroso Amigo, El tomará su
mano y lo ayudará en todo lugar duro y difícil. Un agradecido, confiado y
habitual reconocimiento a Dios fundamenta toda conducta correcta, todo carácter
genuino. Nunca debe perder su confianza en el Señor. Sería menos pecaminoso,
menos irracional olvidarse de todo amigo humano que olvidarse de Dios. Sé que
ama al Señor, y sé que tratará de servirlo con toda sinceridad, con toda
fidelidad, y nunca nadie podrá hacerle sentir miedo o vergüenza por ser conocido
como siervo del Dios Altísimo. Que el Señor lo bendiga, es la oración de
[firmado] Elena G. de White (Carta, 22, del 19 de septiembre de 1886, dirigida
al Dr. J. S. Gibbs, médico en el Retiro Rural de Salud, en Santa Elena,
California).
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