"Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones,
conocidas y leídas por todos los hombres." 2 Cor. 3: 2.
¡Oh, cuánto
necesitamos cada momento a Jesucristo!... Que cada hombre permanezca en su
puesto y lugar, trabajando con ahínco, decisión y poder para adelantar la causa
de Dios, manteniendo elevada la norma en la cual están inscriptas las palabras:
"Los mandamientos de Dios y la fe de Jesús". . . Podemos enseñar la Biblia aun
muy celosamente, pero si no honramos la verdad haciendo esfuerzos proporcionales
a su grandeza, nuestros conceptos acerca de Cristo no glorificarán al abnegado y
sacrificado Redentor. Necesitamos a Cristo a cada momento. Es menester que
contemplemos y estudiemos su carácter. ¿Qué haría Cristo si estuviera en mi
lugar?, ha de ser la medida de nuestro deber. Es posible predicar la Palabra y
actuar directamente en el sentido opuesto a sus enseñanzas, mostrando en la vida
familiar y laboral una forma de piedad carente de poder. En lo que concierne a
Cristo no es suficiente tener vagas suposiciones. Necesitamos un Cristo
permanente. Necesitamos comer su Palabra. El es el Pan de Vida. La Palabra
revelada es nuestra fotografía de Jesús. El mundo sólo puede ser expulsado del
alma llenando a ésta de Cristo. Así como la vida del cuerpo se produce por los
alimentos temporales que se ingieren, la vida del alma, por los alimentos
espirituales.
El que quiera tener una vigorosa vida espiritual debe
comer la carne y beber la sangre del Hijo de Dios. Cristo asevera: "Yo soy el
pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no
tendrá sed jamás. . . El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna;
y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi
sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí
permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre,
asimismo el que come él también vivirá por mí" (Juan 6: 35, 54-57).
Oh,
que los obreros en cada rama del servicio de Dios coman de las hojas del árbol
de la vida, que son para la sanidad de las naciones.
Pero no puedo
escribir más ahora. Pronto trataré de escribir nuevamente. No pude dormir
después de la una esta mañana. He tenido muchas cosas en que pensar. Hoy Willie
y el Dr. [A. J.] Sanderson irán a San Francisco para asistir a una reunión de la
Junta Directiva Médica, donde se resolverán algunos asuntos importantes,
esperemos, conforme a la voluntad de Cristo (Carta 125, del 1º de septiembre de
1901, dirigida al pastor S. N. Haskell y Sra., que estaban haciendo obra
evangelizadora entre la gente de color en la ciudad de Nueva York).
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