"En
medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de
la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol
eran para la sanidad de las naciones." Apoc. 22: 2.
¿Debemos esperar
hasta que seamos trasladados para comer de las hojas del árbol de la vida? El
que recibe en su corazón las palabras de Cristo sabe qué significa comer de las
hojas del árbol de vida. . .
La sabiduría que proviene de Dios es el pan
de vida. Son las hojas del árbol de la vida las que se usan para la sanidad de
las naciones. La corriente de vida espiritual estremece al alma cuando las
palabras de Cristo se creen y se ponen en práctica. Así es como somos hechos uno
con Cristo. La experiencia débil y enfermiza se vuelve fuerte. Significa la vida
eterna para nosotros, si mantenemos nuestra confianza firme desde el comienzo
hasta el final.
Toda verdad ha de recibirse como la vida de Jesús. Ella
nos purifica de toda impureza y prepara el alma para la presencia de Jesús.
Cristo, la esperanza de gloria, se forma en el interior. . .
Es
fundamental que los que aseguran guardar los mandamientos de Dios posean un
conocimiento inteligente de las Escrituras. De ese modo aprendemos a negar el yo
y a ser estrictamente honestos con Dios al usar sus beneficios. A fin de que
pudiéramos comprender la voluntad divina, Dios nos dio la Biblia. No podemos
obedecer sus mandamientos antes que sepamos que existen.
Los padres no
tienen excusa si fracasan en obtener una comprensión clara de la voluntad de
Dios para poder obedecer las leyes del reino. Sólo así pueden guiar a sus hijos
al cielo. Mis hermanos y hermanas, es deber de ustedes conocer los
requerimientos de Dios. ¿Cómo pueden educar a sus hijos en las cosas de Dios, a
menos que sepan primeramente qué está bien y qué está mal, a menos que se den
cuenta de que la obediencia significa vida eterna y la desobediencia muerte
eterna? Comprender la voluntad de Dios debe ser la tarea de nuestra vida.
Solamente al hacer esto podremos instruir a nuestros hijos correctamente. Cada
palabra y acción de ustedes ha de estar de acuerdo con la voluntad del Señor,
independientemente de las opiniones y prácticas de quienes rehúsan obedecer a
Dios. . .
Los padres que conocen la verdad, pero que no cumplen sus
obligaciones, algún día deberán enfrentar el resultado de su negligencia. No
cumplen los deberes que Dios les da, porque no es cómodo ser tan diferente del
mundo. Educan a sus hijos para que se parezcan más y más al mundo, y mueran en
la desobediencia.
"La ley del Señor es perfecta, que convierte el alma"
(Sal. 19: 7). El Señor no ha ocultado nada que sea imprescindible para la
instrucción de sus hijos. Nadie puede presentar excusas por la transgresión,
decir que fue dejado en la ignorancia, que el camino al cielo no estaba
claramente señalado. No hemos sido abandonados a servir a Dios de una manera
vaga e incierta (Manuscrito 103, del 29 de julio de 1902, "Hagamos la voluntad
de Dios").
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