"De
cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan
de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el
pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan
vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para
siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del
mundo." Juan 6: 47-51.
Se hacen estas preguntas: "¿Qué haremos para
hacer las obras de Dios? ¿Qué haremos para ganar el cielo?" Estas importantes
preguntas han sido respondidas para todos los que quieran saber: "Esta es la
obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado". "Porque el pan de Dios es
aquel que descendió del cielo y da vida al mundo". "Yo soy el pan de vida; el
que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás"
(Juan 6: 29, 33, 35).
Cristo les dio a entender que el hombre necesita
ser enseñado por Dios para comprender estas cosas. Esta es la razón por la cual
el conocimiento de las Escrituras es tan superficial en las iglesias de hoy. Los
ministros predican solamente parte de la Palabra, y no quieren poner en práctica
ni siquiera lo que enseñan. Esto conduce a conceptos equivocados acerca de la
Palabra y la doctrina, y crea errores e interpretaciones falsas con respecto a
las Escrituras. . .
El hombre nos puede enseñar a percibir claramente la
verdad, pero solamente Dios puede enseñar al corazón a recibir la verdad de
manera que se salve, es decir, que las Palabras de vida eterna sean recibidas
por corazones buenos y honestos. El Señor está esperando con paciencia para
instruir a cada alma dispuesta a recibir enseñanza. La falta no se encuentra en
el Instructor bien dispuesto, el mayor Maestro que el mundo ha conocido, sino en
el alumno que se aferra a sus propias impresiones e ideas, y no quiere renunciar
a sus teorías humanas para venir humildemente a fin de que se le enseñe. . .
Cada cual necesita ser trabajado, modelado y conformado de acuerdo con
la similitud divina. Cristo les presenta esta verdad eterna, mis queridos
amigos, jóvenes y ancianos: "Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis
su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Juan 6: 53).
Si no aceptan la
palabra de Cristo como consejo de Dios, no revelarán ni su sabiduría ni su vida
espiritual ( Carta 88 , del 13 de abril de 1900, dirigida al gerente y a los
profesores del Colegio de Avondale, Australia).
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