"De
gracia recibisteis, dad de gracia." Mat. 10: 8.
Los que se desempeñan en
las tareas comunes de la vida desarrollarán talentos inesperados. Si solamente
se les diera el mensaje a los seres humanos, muchos de los que escuchan lo
recibirían. Aceptará la verdad para este tiempo gente que proviene de todas las
clases sociales, elevadas y bajas, ricas y pobres. Algunas personas consideradas
sin educación serán llamadas al servicio del Maestro, así como los humildes e
ignorantes pescadores fueron llamados por el Salvador. A otros se los invitará a
dejar el arado, como en el caso de Eliseo, y se sentirán impelidos a asumir la
obra que Dios les ha señalado. Comenzarán a trabajar con sencillez y serenidad,
para leer y explicar las Escrituras a los demás. Sus humildes esfuerzos
alcanzarán el éxito.
Habrá hombres y mujeres que trabajarán de casa en
casa, porque se darán cuenta de que pueden obrar para el Señor porque ha puesto
su Espíritu en ellos. Al avanzar con fe y humildad, Cristo les impartirá gracia
para que ellos a su vez la puedan impartir a los demás. El Señor les dará el
mismo amor por las almas que perecen, que les dio a los discípulos de antaño.
En el futuro aceptarán la verdad algunos seres humanos por medio de los
cuales los ángeles podrán trabajar. En el pasado los mensajeros celestiales
trabajaron en cooperación con instrumentos humanos, dándoles elocuencia y una
influencia poderosa que produjo argumentos persuasivos, que alcanzaron la
ciudadela del alma. Las labores de hombres aparentemente indoctos e ignorantes a
menudo han ejercido una maravillosa influencia en favor del bien. . .
Nadie que capte los rayos del Sol de justicia carecerá de palabras
adecuadas. Tal vez no sea oratoria, de acuerdo con los conceptos del mundo, lo
que ellos manifiesten, sino elocuencia celestial. Pronunciarán palabras que irán
directamente a las mentes, para despertar la convicción, e inducir a los oyentes
a preguntarse: "¿Qué es la verdad?". . .
A tales obreros podemos alentar
diciéndoles: "Estoy seguro que ustedes ejercerán una influencia para el bien en
esta obra grande y santa, si están dispuestos a tener cuidado de sí mismos,
reconociendo que están sujetos a la gracia salvadora, y han sido puestos en una
sagrada relación familiar con Dios, por medio de Jesucristo, para trabajar por
la salvación de las almas" ( Carta 123 , del 16 de abril de 1905, dirigida al
pastor S. H. Larre, presidente de la Asociación de Nueva York).
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