"Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
" Mat. 7: 7.
¡Oh, si cada cual conociera por experiencia propia cuánto
del descanso prometido por el cielo puede lograr el alma ahora mismo mediante la
oración sincera! Si alguien no ha aprendido esta lección, es mejor que no trate
de aprender ninguna de las otras lecciones de la vida hasta que aprenda ésta en
la escuela de Cristo.
Como cristianos necesitamos una experiencia nueva
y viva cada día. Necesitamos aprender a confiar en Jesús, a creer en él y a
hacer de él nuestro confidente en todo. Jacob, que era un hombre con defectos y
debilidades, llegó a ser un príncipe de Dios por medio de la fe y la oración. El
Señor es omnipotente. El hombre es finito. Al conversar con Dios le podemos
confiar las cosas más secretas del alma, porque él lo sabe todo, pero no al
hombre. . .
No se descuide ni se separe de la Fuente de su fortaleza.
Vigile sus pensamientos y palabras, y en todas las cosas que quiera hacer, trate
de glorificar a Dios. Mientras más nos acerquemos al pie de la cruz, más
claramente veremos el incomparable encanto de Jesús y el amor sin igual que él
ha manifestado por el hombre caído. . .
No permita que las presiones del
trabajo lo separen de Dios, porque si alguna vez necesita consejo, buen juicio e
ideas claras, eso ocurre cuando tiene mucho trabajo entre manos. Entonces
necesita usted dedicar tiempo a la oración, para tener más fe y una confianza
inquebrantable en el consejo del Médico jefe. Pídale que le ayude. Cuando sus
tareas lleguen a un punto crítico, ore más.
¡Oh, qué tema para
considerar es el hecho de que el hombre, depravado y perdido en su condición
natural, puede ser renovado y salvado por la misericordiosa ayuda que Cristo le
da por medio del Evangelio! El amor de Jesús en el alma expulsará al enemigo que
está tratando de tomar posesión del hombre. Cada prueba soportada con paciencia,
cada bendición recibida con gratitud, cada tentación fielmente resistida, hará
de usted un hombre fuerte en Jesucristo. . .
Aférrese del poder de lo
alto. Aun Jesús, cuando se preparaba para hacer frente a una gran prueba, acudía
a la soledad de las montañas y pasaba la noche orando a su Padre ( Carta 11 ,
del 5 de abril de 1886, al Dr. Gibbs, médico del Sanatorio de Santa Elena).
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