miércoles, 22 de abril de 2015

RECETA PARA LOGRAR LA UNIDAD

22 DE ABRIL 
RECETA PARA LOGRAR LA UNIDAD


"Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas." Mat. 6: 14, 15. 

Hay algunas cosas que deseo decirle con respecto a sus sentimientos hacia el Hno. A. Usted está en peligro de resentirse demasiado por las supuestas injurias que él le ha inferido. Pero, mi hermano, si él realmente lo agravió, ¿no puede darse cuenta que quien sufrirá será él y no usted? Estoy segura que en este caso usted se portará como un caballero cristiano, lo perdonará y no permitirá que se manifieste ningún tipo de separación. . . 

¿Quisiera recordar mi hermano la inmensa deuda que tiene con el Señor y cuánto necesita de su perdón, su piedad y su amor? ¿Recordará que. . . si no perdona la ofensa de su hermano, tampoco su Padre celestial le perdonará las suyas? (Vea Mat. 6: 15.) 

¿Empleará su capacidad en hacer todo lo que esté a su alcance para reconciliarse con el Hno. A? Escríbale como a un hermano. Derribe toda barrera y no permita que haya diferencias entre ustedes. Ámense como hermanos, sean piadosos y corteses. Le receto el amor de Cristo para que lo tome en grandes dosis; esto producirá un gran cambio porque tiene maravillosas propiedades curativas. 

¿No cree usted que todo el cielo lo mirará complacido si abre su corazón al compasivo amor de Cristo? El pastor A meditará continuamente sobre este asunto y lo mismo hará usted mientras duren estas diferencias y ambos las cultiven. En cambio, extraigan toda raíz de amargura y sepúltenlas. 

Es posible que usted tenga opiniones erróneas con respecto a los verdaderos motivos del pastor A. Y además usted puede pensar, decir y sentir más de lo que debería sentir hasta llegar a entender mal a su hermano. . . 

Satanás se sentirá sumamente complacido si ustedes albergan un espíritu implacable en lugar de unirse en armonía. En cambio Jesús, que tiene en gran estima al hombre, se siente herido cuando ve divisiones entre los hermanos. Quisiera que todos siguiéramos el ejemplo que Jesús nos dio en su vida, No vino a destruir la vida de los hombres, sino a salvarlos. Usó su poder para bendecir; nunca para herir. Sus palabras, sus acciones y su obra estaban llenas de ternura divina. Nada podía perturbar su inmensa paciencia ni instigarlo a vengarse ( Carta 46 , del 22 de abril de 1887, dirigida al Dr. J. H. Kellogg). 

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