10 de mayo
"Todo lo
que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera." Juan 6:
37.
Todo lo que Jesús les pide es que acepten la verdad del Evangelio
tal como está escrita. Sus requerimientos son sencillos y precisos. Todo lo que
Dios pide de ustedes es que crean su palabra, que acepten el "así dijo el
Señor". Los requerimientos de Dios son sus comunicaciones a la familia humana.
Les habla como a instrumentos inteligentes y capaces de razonar, responsables de
rendirle el fruto de la justicia. . .
¿Tomarán ustedes la Palabra de
Dios tal como está escrita? Como instrumentos responsables, ¿buscarán comprender
su responsabilidad ante Dios? El es el soberano del mundo. Ha confiado a los
seres humanos dones sagrados y los ha dotado con preciosas facultades. Son
responsables ante El por el uso correcto de estos dones.
El Evangelio es
una revelación de misericordia y salvación. Si los hombres no fueran pecadores,
el llamado: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mat 3:
2), no los alcanzaría. Si no fueran culpables, no necesitarían de un Salvador.
Solamente tenemos que ir a El, aceptando la invitación. "Si alguno tiene
sed, venga a mí y beba" (Juan 7: 37). "Y al que a mí viene, no le echo fuera"
(Juan 6: 37). Cada ser humano, al leer estas palabras, debiera sentir que está
pisando suelo santo. Recuerden que la vida del unigénito Hijo de Dios fue
ofrecida por ustedes. Mientras el Espíritu Santo impresionaba las palabras de
Cristo sobre el corazón y la mente, el hombre debe sentir que está en la
presencia de una bondad superior, que supera en forma inconmensurable cualquier
cosa que la tierra pueda ofrecer. Debe sentir que está ocupando terreno santo,
porque está cerca de la Fuente viviente de misericordia y amor.
Jehová
le dijo a Moisés: "YO SOY EL QUE SOY" "(Exo. 3:14). Cristo declaró: "Antes que
Abrahán fuese, yo soy" (Juan 8: 58). Mediante esta declaración, dejó abiertos
los recursos de perdón para la raza culpable. El es la Palabra, consciente del
poder que tiene para tomar su vida o deponerla según lo elija, a fin de asegurar
la salvación a los que han caído bajo las falsedades e intrigas de Satanás. . .
Habiendo traído al mundo los grandes tesoros del cielo, que pertenecen y
fueron creados por el Dios eterno, Cristo puede dar a todos vida eterna. A todos
los que creen en El como su Salvador personal, les dará un eterno peso de
gloria.
Se nos extiende la invitación: "Salid de en medio de ellos, y
apartaos. . . y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me
seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso" " (2 Cor. 6: 17, 18) (Carta
79, del 10 de mayo de 1900, dirigida a un amable hombre de negocios y a su
esposa adventista).
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