"Y les
dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado."
Mar. 16: 15, 16.
Puede resultar sorprendente para alguno que la obra de
Cristo no se extendió a las naciones paganas, sino que estuvo circunscripta a
una esfera tan pequeña. Pero esas naciones no estaban preparadas para su obra.
Si El hubiera dedicado su tiempo a la conversión del mundo gentil, habría
cerrado la puerta a través de la cual podía llevar su mensaje a la nación judía.
. .
Con frecuencia, gente de otras naciones vino a Cristo para ser
sanada, o para presentar algún pedido en favor de parientes o amigos. Esta gente
representaba a la gran familia humana, que no conocía a Dios ni la verdad, pero
que sentía un anhelo ferviente por algo que no tenía. Todos los que vinieron a
Cristo escucharon sus enseñanzas, y al prestar atención a la Palabra de la
verdad quedaron profundamente impresionados. Al pronunciar palabras de esperanza
a estas almas cansadas e insatisfechas, al sanar las dolencias de aquellos que
vinieron a El, Cristo estaba dejando un ejemplo que debía practicarse de un
extremo a otro del mundo. El hablaba y actuaba para la humanidad en su
totalidad. . . Aunque pasarían muchas generaciones, sus lecciones de servicio
práctico habrían de ser dadas por sus testigos. Ascendería al cielo, pero su
obra había de ser llevada adelante con un poder más grande que nunca antes,
debido a que El y su Padre cooperarían en hacer por su pueblo cosas más grandes
que las que se habían visto mientras estaba entre ellos.
Debemos
trabajar mientras es de día, porque la noche viene cuando nadie puede obrar. Se
representa nuestra vida como un día, y cuando nuestra obra termine, cuando el
obrero cese su intensa actividad, la obra no cesará. Otros la asumirán. Aunque
los instrumentos humanos mueran, la obra de Cristo no cesará, sino que
continuará adelante con cada obrero que preste servicio a Dios y que trabaje
como Cristo trabajó.
A menudo sentimos que en la obra de Dios hay
grandes intereses que deben ser administrados y que somos incapaces de hacerlo.
Nos sentimos limitados. Recordemos que la obra de Cristo mientras estuvo en la
tierra estuvo restringida a un círculo estrecho. Y a pesar de ello, multitudes
de todas partes del mundo escucharon sus lecciones. Estaba impartiendo su
mensaje a quienes más tarde habrían de llegar a ser sus discípulos.
Cristo desarrolló delante de sus discípulos y del mundo un ejemplo
perfecto de verdadera religión. Y cuando los hombres perciban la importancia de
mostrar paciencia, simpatía y consideración por las almas de los demás, tanto de
los que están cerca como de los que están lejos, Cristo se revelará en sus
seguidores (Manuscrito 50, del 31 de mayo de 1897, "La obra de Cristo").
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