17 de mayo
"Cosas
que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que
Dios ha preparado para los que le aman." 1 Cor. 2: 9.
Qué obra tenemos
por delante. Necesitamos una fe mayor en Cristo y en el Padre. Ciertamente,
debemos tenerla, de otro modo seremos contados entre los no creyentes. Vemos
grandes oportunidades y una gran cantidad de trabajo por realizar. Deseamos que
el Espíritu Santo nos santifique. No podemos permitirnos el lujo de errar el
blanco del galardón del supremo llamamiento en Cristo Jesús. La santificación de
la verdad, confinando la constancia del hombre en la fe, hará a los hombres
colaboradores de Dios.
Unidos con la Fuente de todo poder, perseverando
en su deber, aumentando la comprensión del amor de Dios demostrado en Cristo
Jesús, llegarán a ser uno con Cristo, hasta que sean perfeccionados con Cristo
en Dios.
Las glorias que esperan a los fieles vencedores están por
encima de cualquier descripción. El Señor los honrará y exaltará grandemente.
Crecerán como el cedro y su entendimiento sin duda irá en aumento. Y a medida
que vayan avanzando en las etapas del conocimiento, sus expectativas quedarán
por debajo de la realidad. "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en
corazón de hombre. son las que Dios ha preparado para los que le aman" (1 Cor.
2: 9). Nuestra tarea ahora es alistarnos para aquellas mansiones que Dios está
preparando para los que lo aman y guardan sus mandamientos. . . El Señor Jesús
aumentará la capacidad de cada mente y corazón para que puedan recibir el
Espíritu Santo. . .
El tiempo es corto. Use el poco tiempo que tiene
para su bien presente y eterno por medio del servicio cristiano activo, haciendo
todo el bien posible. Redima el tiempo que ha perdido; busque primero el reino
de Dios y su justicia. Entonces tendrá algo para impartir en buenas obras, en
una influencia alegre y consagrada. . .
¿Qué preparación ha hecho Ud.
para el futuro mundo eterno?. . . Ud. desea algo más elevado y mejor de lo que
tiene actualmente. Debe ejercer una influencia consciente e inconsciente en
favor del bien. Dios merece algo mejor de Ud. como súbdito, que lo que Ud. le ha
dado. Considere cuidadosamente esto: ¿Se encuentra bajo la bandera del Príncipe
Emanuel o bajo la bandera negra del príncipe de las tinieblas? Sobre Ud.
descansa la obligación de devolver la influencia y el dinero que le ha sido
prestado por el Señor para el avance de su causa y para glorificar su nombre.
El Señor lo llama: "Dame,. hijo mío, tu corazón" (Prov. 23: 26) (Carta
71, del 17 de mayo de 1900, a Juan Wessels).
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