18 de mayo
"Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas
sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del
mundo, y no según Cristo." Col. 2: 8.
En este tiempo, es decir, en los
días finales de la historia de esta tierra, debemos hacer un estudio especial
del libro del Apocalipsis. ¿Por qué? Porque describe escenas con las que hemos
de encontrarnos. Necesitamos comprender qué es lo que nos espera y cómo
enfrentarlo. Debemos conocer qué esfuerzos deben hacerse, de tal manera que en
este tiempo peligroso no seamos sorprendidos por las estratagemas del enemigo.
Sabemos que el último gran conflicto será el esfuerzo más decidido de Satanás
para cumplir sus propósitos. Vendrá, no solamente como león rugiente, sino como
seductor, revistiendo el pecado con hermosas vestimentas de luz a fin de poder
capturar en su trampa a los seres humanos.
El Señor quiere que
comprendamos que es de la mayor importancia en estos días que nos mantengamos
sobre la plataforma de la verdad eterna. Los que piensan que la iglesia
militante es la iglesia triunfante, cometen un gran error. La iglesia militante
obtendrá grandes triunfos, pero también tendrá fieros conflictos con el mal para
poder establecerse firmemente sobre la plataforma de la verdad eterna. Y cada
uno de nosotros debiera estar decidido a permanecer con la iglesia sobre esa
plataforma. . .
Hay quienes califican al Apocalipsis como un libro
sellado. Es un misterio, pero un misterio revelado. Necesitamos comprender qué
es lo que nos dice acerca de las escenas que han de ocurrir en los últimos días
de la historia de esta tierra. El enemigo introducirá todo lo que pueda para
llevar adelante sus designios engañosos. ¿No son faltos de sabiduría los que no
tienen deseos de comprender las cosas que habrán de ocurrir sobre esta tierra?.
. .
En una escena que pasó ante mí, vi cierta obra hecha por los médicos
misioneros. Nuestros hermanos dirigentes la contemplaban, observando lo que se
hacía, pero no parecían comprenderla. El fundamento de nuestra fe, que fue
establecido con tanta oración, con tan fervoroso escudriñamiento de las
Escrituras, estaba siendo demolido columna tras columna. Nuestra fe iba a quedar
sin fundamento sobre el cual apoyarse; se eliminó el santuario, se eliminó la
expiación. . .
¿Les sorprende que tenga algo que decir cuando veo que
las columnas de nuestra fe comienzan a ser removidas? Se enseñan teorías
seductoras, de tal forma que no las reconoceremos a menos que tengamos un claro
discernimiento espiritual (Manuscrito 46, del 18 de mayo de 1904, "El fundamento
de nuestra fe", un sermón dado en Berrien Springs, Michigan, Estados Unidos).
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