22 de Mayo
"Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se
hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por
medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa." Rom. 1: 20.
No
veo razón alguna por la cual se deba exaltar y confiar en las opiniones de los
eruditos y de los así llamados grandes hombres. Los que están en relación con el
Dios infinito son los únicos que usan apropiadamente su conocimiento o el
talento que les ha sido confiado por el omnisciente Creador. En verdad, ningún
hombre puede destacarse en conocimiento e influencia a menos que esté conectado
con el Dios de sabiduría y poder.
La evidencia real de un Dios viviente
no está meramente en las teorías; está en la convicción que Dios pone en
nuestros corazones, iluminada y explicada por sus palabras. Es el poder viviente
en sus obras creadas y percibidas por el ojo santificado. La preciosa fe
inspirada por Dios da fortaleza y nobleza de carácter. Las facultades naturales
son incrementadas por medio de una obediencia santa. Todas las filosofías de
naturaleza humana, en las que Dios no ha sido reconocido como el todo y en todo,
han conducido a confusión y vergüenza. La vida que vivimos por la fe en el Hijo
de Dios, consiste en una serie de triunfos, no siempre percibidos y comprendidos
por los interesados, pero cuyos resultados se proyectan hacia el futuro, donde
veremos y conoceremos como somos conocidos.
Los más profundos intelectos
del mundo, cuando no están iluminados por la Palabra de Dios, se desorientan y
aturden mientras tratan de investigar los asuntos de la ciencia y la revelación.
El Creador y sus obras están más allá de la comprensión finita, y los hombres
concluyen que la Biblia no es una historia fidedigna porque no pueden explicar
las obras y los caminos de Dios a partir de causas naturales. Muchos están tan
determinados a excluir a Dios del ejercicio de su voluntad y poder soberanos en
el orden establecido del Universo, que degradan al hombre, la más noble de sus
criaturas. Las teorías y las especulaciones de la filosofía tratan de hacernos
creer que el ser humano llegó a la existencia mediante un proceso lento, no
simplemente de un estado salvaje, sino a partir de la forma más baja de la
creación animal. Destruyen la dignidad del hombre porque no quieren admitir el
poder ni la gracia de Dios.
El Señor ha iluminado los intelectos humanos
y ha derramado un torrente de luz sobre el mundo mediante descubrimientos de la
técnica y la ciencia. Pero quienes los contemplan simplemente desde una
perspectiva humana, llegarán con toda seguridad a conclusiones erróneas. Las
espinas del error, del escepticismo y de la incredulidad se disimulan al ser
cubiertas con los ropajes de la filosofía y de la ciencia. Es Satanás quien ha
inventado esta ingeniosa manera de apartar a las almas del Dios viviente,
separándolas de la verdad y de la religión. Es él quien exalta a la naturaleza
por encima del Creador de la naturaleza (Manuscrito 4, del 22 de mayo de 1899,
"Dios en la naturaleza").
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