16 de mayo
"¿Qué
os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja
las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? Y
si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla,
que por las noventa y nueve que no se descarriaron." Mat. 18: 12, 13.
He
leído su carta con mucho interés y trataré de ayudarlo. . .
El Señor no
quiere que ninguno perezca. Sus misericordias son innumerables, y no abandonará
su posesión adquirida, por la que dio su propia vida en rescate, para que llegue
a ser juguete de las tentaciones de Satanás. Todo el Cielo es dado a los que
creen en Jesucristo como su Salvador personal y ningún alma puede deshonrar más
a Dios que pretendiendo creer en la verdad y, con todo, continuar vistiendo las
ropas de luto como si fuera un huérfano. . .
El Señor no abandona a sus
ovejas heridas y magulladas al poder de Satanás para que las despedace. Está
siempre fortaleciendo a los que son suyos cuando están débiles. Libera a los
atribulados y tentados del poder del enemigo. El Señor Jesús nunca olvida al
alma que pone su confianza en El. Y los que pretenden ser hijos e hijas de Dios
deben confiar siempre en Jesús. Hacerlo de otra manera es negar que nos ama, y
al andar deprimidos, apesadumbrados y lamentándonos, representamos muy mal a
Cristo. Decimos virtualmente que nuestro Señor es un amo duro y tiránico. Esto
equivale a mentir acerca del precioso Salvador que dio su vida a fin de hacer
posible que todos crean en El y confíen en su interés y amor por el hombre
pecador. . .
Ud. comete una gran injusticia con mi Salvador cuando
camina como si anduviera en tinieblas. Nunca ande a la luz de su propia
antorcha, sujeta a [las variaciones de los] sentimientos y emociones.
Jesús dijo: "El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la
luz de la vida" (Juan 8: 12). Ahora bien, si Ud. ha estado siguiendo a otro
dirigente fuera de Cristo, quien es la Luz, la Verdad y la Vida, déjelo, y siga
a Jesús, la Luz del mundo. ¿Se siente complacido el Señor de que Ud. sea
sacudido como las inquietas olas del mar? ¡No! ¡No! Yo te digo que El le ordena
fortalecerse, estabilizarse, arraigarse, cimentarse en la santísima fe. Usted no
se pertenece, ha sido comprado por un precio que no puede ser valorado. Su dueño
es Dios, el Dios todopoderoso, y para saber el precio que se pagó, mire la cruz
del Calvario. Fluctuar entre la esperanza y el temor entristece el corazón de
Cristo, quien le ha dado evidencias inconfundibles de su amor y de que lo ha
escogido (Carta 41, del 16 de mayo de 1893, dirigida a D. A. Corkham, miembro de
la junta de la Asociación de Nueva Escocia, Estados Unidos).
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