lunes, 20 de agosto de 2012

SIGAN AL GRAN MAESTRO


SIGAN AL GRAN MAESTRO
20 de agosto


"No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero." Apoc. 21: 27. 

Esta mañana mi esperanza está en Cristo, mi Salvador. Oro pidiendo su Santo Espíritu todos los días, para que pueda glorificarlo con el corazón, la mente y las fuerzas en esta vida. Hemos de realizar la obra de Dios, no según nuestros propios planes, sino según el ejemplo que nos ha dado Jesús. Vino a nuestro mundo para realizar la tarea que su Padre le había asignado, de modo que pudiéramos instruimos en la ciencia superior de un servicio genuino para el Maestro. 

Si practicamos las enseñanzas que nos dejó en su Palabra, estos principios se hacen carne en nuestra vida. Esto es lo que significa comer la carne de Cristo y beber su sangre. Diariamente hemos de prepararnos para la vida gloriosa, y cuando nos unamos con la familia de lo alto, no se nos darán lecciones nuevas, sino la continuación de las que Cristo dio a sus discípulos cuando estuvo aquí. . . 

Nunca hemos de olvidar que somos espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres. Hemos de trabajar con un sentido constante de nuestra obligación hacia Aquel que entregó su vida por nosotros. . . Así glorificaremos a nuestro Padre celestial; y cuando llegue el momento de deponer nuestra armadura, podremos decir con sinceridad que hemos concluido la obra que se nos había encomendado. . . 

Cada talento y toda energía que poseemos han de ser considerados encargos sagrados, para revelar el poder de la gracia salvadora. Hagamos día tras día una obra buena para Dios. Así nos prepararemos para las mansiones que Cristo fue a preparar para los que le aman. . . Estas mansiones son para quienes acepten la invitación: "Venid a mí. . . y yo os haré descansar" (Mat. 11: 28). Posiblemente éste sea el más alto conocimiento que podamos obtener, pero los que rechazan a Cristo nunca lo entenderán. La Palabra de Dios, estudiada y obedecida, capacita a los hombres y las mujeres para su admisión al cielo. Los que están luchando para ser verdaderos cristianos poseen la constante protección de los ángeles, puesto que son obreros juntamente con Dios, y trabajan para glorificarlo en el mundo. 

Permanentemente debemos manifestar los atributos de Dios que Cristo reveló cuando estuvo en el mundo. . . Cada día hemos de asemejarnos más a Jesús, y aprender de la mansedumbre y humildad de Aquel que, aunque era el unigénito Hijo de Dios, descendió a este mundo como nuestro Redentor y ofreció su vida para pagar la pena del pecado. Aunque ocultó su divinidad bajo el manto de la humanidad, era el poderoso Abogado, el Príncipe de Paz. Su vida estaba llena de compasión y amor, bondad, amabilidad y benevolencia. Reveló la ciencia de la vida eterna; la ciencia que debemos incluir en todos nuestros esfuerzos (Manuscrito 83, del 20 de agosto de 1904, "Revelemos a Cristo ante el mundo"). 

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